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Juan José Piniella, en las instalaciones de la empresa. JUAN CARLOS TUERO

Gijonés de pro y «autobusero» feliz

Desde 2016 es el gerente de EMTUSA. Su vida es el transporte, conoce a todos sus conductores y se siente muy orgulloso de ellos

SUSANA D. TEJEDOR

GIJÓN.

Domingo, 18 de octubre 2020, 01:04

Se declara un hombre feliz. Vive con pasión su trabajo y el que pudo ser un amor de verano, Beatriz, se ha convertido ya en 25 veranos de unión. Juan José Piniella (Gijón, 1969) lleva al frente de la Empresa Municipal de Transportes de Gijón (EMTUSA) cuatro años, pero su vinculación a ella es lejana.

Anteriormente trabajó para la empresa ALSA, de la que solo tiene buenas palabras, «me ayudó a formarme». En las distancias cortas se quita el traje (la corbata prácticamente nunca la lleva) y se muestra de sport, sincero, hablador y vitalista. Es conciliador, «con los políticos me llevo bien desde el primer día, sean del signo que sean».

Ejerce de gijonés y es sportinguista de convicción. Su abuelo materno trabajó en la Renfe. Por ello, sus hijos, «fueron naciendo al lado de la vía del tren». A su madre le tocó en Collado Villalba. Él y sus dos hermanas ya vieron la luz en Gijón, una ciudad que ama profundamente. Pero Peón le recuerda a una infancia «muy feliz». Allí, con su abuelo carpintero y sus tíos, que se movían entre «praos y vacas», ayudó en el bar de sus tíos. «Ahora todo está muy cambiado», pero sigue hablando de muchas de las gentes que viven o tuvieron negocio en el pueblo.

Siempre le gustó conducir, «tengo todos los carnés», y es que su vida está vinculada al mundo del transporte en el que trabajó su padre. Se mueve por las instalaciones que regenta como pez en el agua. Muestra orgulloso cada rincón y dice que conoce a cada uno de los 278 conductores que trabajan en la empresa. «Casi todos los días cojo el bus y, por supuesto, me he recorrido todas las líneas de principio a fin. Soy un gerente muy pesado».

El coche de Burundi

Se animó a estudiar ingeniería técnica mientras trabajaba y aún no se le ha borrado el día en que fue a recoger el título. «Todos los chavales alegres, pensando en ir a celebrarlo, y yo muy contento, allí, ya con mi mujer y una niña en la sillita». La pequeña, Ainoa, ya tiene 21 años y estudia cuarto de Medicina en Oviedo; su hermano Sergio, de 17, curso Bachillerato.

De sus hijos tiene en su despacho alguna «frikilada». Les gustaba 'La guerra de las galaxias' y 'Harry Potter' y en la estantería mantiene varios muñecos referentes a ello. También un coche de madera que tiene un gran significado. «Lo hizo un grupo de chicos de Burundi. Allí los teléfonos móviles obsoletos son un objeto de deseo, así es que, a través de un colaborador amigo de un chico que estaba allí, les hicimos un envío. En agradecimiento, varios chavales tallaron a su manera un coche».

Anécdotas tiene muchas a lo largo de su vida profesional y personal. Las que más le gustan son las que se refieren a las buenas obras e intenciones en el trabajo. «Recuerdo en una ocasión que hubo una avería importante aquí en las instalaciones, que impedía que los autobuses salieran a la calle. La colaboración fue tan grande que tuve que pedir a la gente que, por favor, se fuera ya para casa».

Paseos en bici

De sus amigos aclara: «Tengo pocos, pero excelentes». Con ellos sale con la bici de montaña. «Es una evolución; todos fuimos futbolistas malo así es que cuando se acabó nuestro momento futbolístico, nos fuimos a la bici, que reúne lo que más me gusta: disfrutar de los amigos y del aire libre». Le encantan los viajes en familia, «pequeñas vacaciones y lo que sea».

No es esclavo de las cifras, aunque ellas forman parte de su discurrir cotidiano. «Mi vida está perfectamente parcelada y estoy cómodo con mi situación», y no le molestan las críticas. «Las estudio en dos niveles; las constructivas, que me parecen perfectas y las medito, y las que solo buscan hacer daño, esas las desprecio». La movilidad es un concepto que se cuela por su vida ahora más que nunca. «Es nuestra oportunidad, la del transporte urbano; hay que buscar el método más limpio. Es nuestro momento. Reduce emisiones, ayuda a reducir el tráfico y provoca que se recuperen espacios».

Durante el confinamiento no dejó de trabajar. «Fue una época dura. Los cambios en el BOE, las restricciones, los nuevos horarios... Pero ello me demostró lo orgulloso que se puede llegar a estar cuando cuentas con profesionales como los que trabajan conmigo». Y es que, reconoce, al margen de organizar, gestionar y crear, ante todo, «me siento un autobusero».

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