Huelga sin servicios mínimos

Paro contra amenazas. Durante la primera jornada de la huelga convocada por los trabajadores de EMTUSA para junio de 1997, el concejal socialista y presidente del consejo de adminnistración de la empresa, Julio Gómez Rivas, «amenazó (...) con el cierre patronal de la empresa y dijo que los trabajadores están entre los mejor pagados de España», algo que, por motivos obvios, rechazaba la parte contraria. Los trabajadores, por su parte, cerraron una jornada de parálisis total, en la que ningún vehículo, ni siquiera los de servicios mínimos, salió a las calles de Gijón. «La dirección de la empresa denunció ayer el incumplimiento de dichos servicios», dijimos hace cinco lustros en EL COMERCIO. No habían podido ser realizados «al quedar el acceso principal de las cocheras, sitas en la calle del Solar, completamente bloqueado por diez autobuses municipales que no llegaron a entrar al garaje anteanoche».

Ese día, en realidad, sí llegaron a circular dos autobuses, «uno hacia el CEI y otro a un colegio de Tremañes», pero lo hicieron custodiados por efectivos del Cuerpo Nacional de Policía y de la Policía Municipal, sin poderse beneficiar ningún usuario del servicio. Así se hacían las huelgas, defendían los trabajadores en lucha, ante el descrédito del Ayuntamiento. Según Rivas, los obreros se equivocaban «al llevar sus reivindicaciones a este extremo y causar graves molestias a todos los gijoneses. Podrían haber hecho la huelga de la misma forma y con una repercusión similar, aunque hubieran aceptado los servicios mínimos que se habían decretado».

A la contra, los trabajadores amenazaban con hacer la huelga indefinida, y, entre la bancada de los populares, en el Consistorio, se desataban las críticas. «El Partido Popular aprovechó el conflicto para, una vez más, arremeter contra la figura del alcalde y subrayar sus responsabilidades personales en este asunto. El concejal y senador Isidro Martínez Oblanca dijo que 'EMTUSA es una empresa siempre conflictiva que ha vivido una huelga cada año desde 1994' (...) El señor Areces no ha sabido controlar la situación». ¡Pintaban bastos!

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