Melchor saluda a los niños de Gijón. ARNALDO GARCÍA

Cabalgata de Reyes de Gijón | Un kilómetro de ilusión abarrota las calles

Miles de gijoneses acompañaron a los Reyes Magos durante su cabalgata por Gijón | Melchor, Gaspar y Baltasar, aseguraron llegar a la ciudad «con las alforjas cargadas» tras recorrerla bajo lluvias de confeti

IVÁN VILLAR

GIJÓN.

Lunes, 6 de enero 2020, 02:15

Casi un kilómetro de longitud alcanzó la cabalgata en su punto más álgido. Cuando la cabecera empezaba a entrar en la plaza del Parchís, los camiones de bomberos que cerraban el desfile cargados de regalos aún giraban de Schulz a Manuel Llaneza. En total un millar de acompañantes se encargaron de abrir camino a los Reyes por las calles de Gijón, desde Montevil hasta los Jardines de la Reina, a través de un recorrido abarrotado de gente. Desde la acera, desde los balcones, desde encima de cualquier banco, muro o lugar mínimamente elevado, miles de niños les gritaban y les tiraban confeti a su paso. Pero la algarabía no impidió que la pequeña Emma, de 7 meses, se durmiera a ratos en brazos de su madre Raquel Buelga, mientras ambas figuraban sobre la carroza del Belén como la Virgen María y el niño Jesús. «Hace unos meses los Reyes Magos me mandaron un mensaje pidiendo si les podíamos hacer el favor de acompañarles, y aquí estamos», explicaba Raquel al final del recorrido, que la Cabalgata tardó dos horas y media en completar. «Comió dos veces, durmió, se despertó... Pero ha aguantado muy bien. Seguro que ahora los Reyes se portan muy bien con ella».

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Una gran bandera de la ciudad y la Guardia Gijonesa, con uniforme rojo y blanco y grandes báculos, abrían una marcha que ya en su inicio traía novedades: un tranvía amarillo repleto de elfos que recordaba el antiguo transporte urbano de la ciudad. A partir de ahí comenzaba el tradicional desfile de pueblos llegados de todo el mundo: soldados romanos, manchúes, otomanos, tuaregs... Y no faltaron, por supuesto, pajes patinadores y pastores, aunque estos últimos, a diferencia de los últimos años, sin animales. «A lo mejor es por seguridad», comentaba una pareja. «Yo nunca vi que ninguna oveja berrara. Con lo que le gustan a los niños», se lamentaba otro espectador. La carroza de la estrella de Belén gustó, con un diseño que incluía un transbordador espacial y un telescopio gigante. Aunque entre las atracciones que más triunfaron estuvo de nuevo el espectáculo de un grupo de acróbatas, adultos e infantiles, que tan pronto avanzaba a base de volteretas como formaba imposibles pirámides humanas.

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Charangas y bandas de música, de gaitas, de trompetas y de percusión distribuidas a lo largo del desfile animaban la marcha tocando desde villancicos hasta música pop e incluso sintonías como la de 'Juego de Tronos'. Y un pequeño grupo de Seat 600 colaboró transportando sobre sus bacas decenas de regalos. Pero nadie hacía sombra a los grandes protagonistas de la tarde, Melchor, Gaspar y Baltasar, cuyo paso al final de la cabalgata hacía que los niños se desgañitaran.

Melchor recorrió Gijón a bordo de una carroza inspirada en la catedral de San Basilio de Moscú. Gaspar lo hizo en una de arquitectura babilónica, con una reproducción de la Puerta de Istar. Y Baltasar en otra con ambientación egipcia.

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Discursos en la plaza Mayor

Cuando terminaron de cruzar la ciudad llegó la hora de los discursos desde el balcón de la Casa Consistorial. El primero en dirigirse a una multitud de niños, padres y abuelos fue Melchor, quien agradeció «el magnífico recibimiento» de los gijoneses «en una parada para nosotros muy especial». Fue él quien se encargó de tranquilizar a quien aún albergara alguna duda sobre el extenso cargamento con el que llegaban desde Oriente. «No nos hemos olvidado de los regalos. Venimos con las alforjas cargadas y podéis estar seguros de que todos tendréis vuestro premio», prometió a su alborozada audiencia.

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El más joven de los Magos, Gaspar, destacó que en una jornada como la de ayer «todos los habitantes de la ciudad se vuelven niños, y desde nuestras carrozas todos los rostros se ven infantiles y las miradas inocentes». Aseguró que «eso nos lleva a pensar que el mundo puede cambiar por la ilusión de un día y nos genera la esperanza de que todo esto transforme a la gente por dentro». Tuvo un recuerdo especial para José Manuel Salán, fallecido este año y que durante dos décadas ejerció de chófer de los Reyes en sus visitas a Gijón. «Hoy te hemos echado de menos, amigo», dijo. Y de hecho el coche que acompañaba a su carroza lucía ayer un ramo de flores junto a los chupetes y biberones que iban dejando los niños.

Baltasar dio un avance de lo que algunos pequeños se iban a encontrar esta mañana en sus casas. «He visto en las cartas muchos patinetes, pero os aconsejo que conduzcáis bien, sin atropellar a los peatones», pidió. En su intervención no faltó un llamamiento al «respeto a vuestra familia y amigos, y también a quienes vienen de otros países», poniendo como ejemplo el buen entendimiento que desde hace siglos existe entre los tres Reyes. «Recordad que las razas no son una diferencia».

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Ya agotados tras un día de besos, abrazos «y algún tirón de barbas», los Magos se despidieron con un «hasta la próxima» con el que ponían punto y seguido a una jornada que para ellos y sus ayudantes apenas acababa de empezar.

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