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El colombiano Ronaldo ensaya junto a su compañero ecuatoriano el número de la Rueda de la Muerte FOTOS: JOAQUÍN PAÑEDA

'Kooza' ya vuela junto al mar

El Circo del Sol estrena hoy en Gijón el espectáculo, que se quedará hasta que termine agosto, con una decena de números que unen riesgo, belleza, humor, magia, música y ritmo

M. F. ANTUÑA

Miércoles, 31 de julio 2019, 02:21

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En una de las últimas funciones de 'Kooza' en Valencia, Ronaldo, un colombiano que forma parte del dúo que protagoniza el número de la Rueda de la Muerte, se dio un golpe de impacto en la boca. Salió del escenario, fue atendido de urgencia en el 'backstage' mientras el público esperaba expectatante durante seis minutos; regresó para acabar sus giros infernales y brutales sobre rueda a velocidad de infarto y a continuación se fue al hospital. Catorce puntos le cosieron en el interior del labio. Ayer ajustaba junto a Junior, su compañero ecuatoriano, el número que el público verá esta noche por vez primera y a lo largo de todo el mes en la carpa instalada en el Muelle de la Osa de El Musel, sabedor, como el medio centenar de personas de 25 nacionalidades diferentes que componen el elenco artístico del Cirque du Soleil, que el espectáculo debe continuar siempre. Aquí y allá. En Valencia o en Málaga, destinos anterior y siguiente de una 'troupe' compuesta por 122 personas a las que en cada plaza se une otro centenar de locales, un equipo de gentes que viven en un viaje eterno pero también divertido, apasionante, loco rebosante de riesgo pero muy bien asegurado, porque, aunque a veces no se vean, las medidas de p están siempre ahí.

Odgerel Byambadorj tiene 22 años y ha recorrido con el circo 23 países desde que con 14 se uniera a este espectáculo. Acaba de llegar a Gijón después de pasar un par de semanas en Mongolia, su país de origen, donde existe una gran tradición de contorsionistas y donde con ocho años comenzó a entrenar. Dice que más que una cuestión de elasticidad natural, todo consiste en el trabajo, en entrenamiento y más entrenamiento. «Me uní a 'Kooza' en 2010, cuando tenía 14 años. Empecé en el cortorsionismo con ocho años, y cuando tenía diez un equipo del circo vino a Mongolia, me vieron y cuatro años después me contactaron. Fui a Montreal y me incorporé al 'show'». Ella, como muchos de sus colegas, hace lo imposible: «Yo no era flexible cuando empecé, simplemente hay que entrenar. Antes, en el colegio, entrenaba unas tres horas diarias, porque lo más importante es tener una buena técnica». Para quien mire con el gesto torcido, ella aclara: «No es doloroso». Y ahora, que cada día sale a escena, solo necesita calentar antes del 'show' y hacer algo de ejercicio físico. También tiene que cuidar su dieta y poco más.

En el circo se mezclan exdeportistas de élite reconvertidos a este mundo del más difícil todavía con quienes proceden de diferentes tradiciones circenses y hacen del funambulismo o las acrobacias una forma de vida, también los payasos encargados de hacer reír, como el español Miguel Berlanga, o los músicos, que acompañan en directo un espectáculo muy afinado que derrocha ritmo, magia y talento.

Pero, antes de que se enciendan las luces, hay toda una vida detrás de las carpas. Si bien el personal se aloja en hoteles y apartamentos, la actividad durante la tarde es siempre intensa. En la carpa de artistas hay bicicletas, pesas, bancos de abdominales, barras de dominadas y una lona central gigante; en una de las esquinas, en el área de vestuario se cose lo descosido, se arreglan los rotos, se renueva lo que haya que renovar y se mantiene en perfecto estado de orden y revista el sinfín de elementos que han de salir a escena.

Hay también cocina. De hecho es habitual que el personal coma bajo carpa para prepararse para las funciones. Y como también hay familias en gira e incluso menores en los espectáculos, es preciso que los peques reciban formación de una u otra manera, ya sea con tutores o en colegios locales. Odgerel Byambadorj, durante los años en los que fue menor de edad, viajó acompañada de una entrenadora. «Teníamos escuela por la mañana y luego hacíamos el 'show', contábamos con profesores durante la gira». Ella adora Londres, Australia y, por supuesto, España, y no piensa detener su viaje, no quiere dejar esta vida nómada sin tiempo para el aburrimiento pero con sus rutinas. «Solemos terminar muy tarde, de modo que nos acostamos tarde y no acostumbramos a madrugar. A mí durante las giras me gustar pasear, escuchar música, ir de compras».

Es una forma de vida que tiene un punto de enganche importante para muchos de los que trabajan en el Cirque du Soleil, que suelen ir incorporándose a otros espectáculos y que aspiran en muchos casos a viajar a Las Vegas para actuar en los 'shows' fijos.

La vida en gira les ha traído este agosto a Gijón, que hoy estrena un espectáculo en el que se suceden una decena de números que viajan a los orígenes del circo y con un grupo formado por siete músicos poniendo banda sonora. Habrá tiempo para la risas de la mano de los payasos, que incluso harán participar al público de sus fechorías, para ver a personajes como el Bromista o el Inocente, para los vuelos de Charivari, para ver a a Odgerel y sus dos compañeros llevar el cuerpo a límites increíbles o para la vida en la cuerda floja de la familia Quirós, para un solo de batería espectacular, una danza de esqueletos, para los equilibrios de silla china o para el baile del 'hula hoop'... El espectáculo debe continuar. Ahora en Gijón.

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