Lágrimas en el avión
La marcha a Granada de Evita, cuya visita a España fue uno de los grandes eventos de la posguerra, fue portada de EL COMERCIO
Jueves, 16 de junio 2022, 00:10
Comentaron las malas lenguas que Carmen Polo se moría de celos en los días que se sucedieron hasta hace hoy 75 años. Lo hacía, decían, por verse eclipsada por la arrolladora personalidad de María Eva Duarte de Perón, quien estaba por pasar a los anales de la Historia como 'Santa Evita'. De ser aquello cierto, hemos de suponer que la asturiana respiraría aliviada a la marcha de la argentina, de la que dimos cuenta en nuestra portada del 17 de junio. «El domingo fue despedida entusiásticamente en el aeródromo de barajas doña María Eva Duarte de Perón, que emprendía el viaje con dirección a Granada».
Allí, en el sur, ya no la acompañaría el caudillo, como sí hiciera en Madrid. De cualquier forma, Franco la acompañó también a Barajas, a donde llegó el coche oficial poco antes de las cinco y media de la tarde. «A continuación llegaron otros automóviles», dijo EL COMERCIO, «conduciendo a la excelentísima señora doña Carmen Polo de Franco, señorita Carrmina Franco Polo, los jefes de las casas civil y militar del Generalísimo, personas de séquito de la señora Perón y otras ilustres personalidades». Todo un despliegue que fue a la zaga con la multitud de público que ya se encontraba en el aeropuerto para despedir a Evita. El respetable «prorrumpió en grandes ovaciones y vítores, que se prolongaron durante largo rato, mientras flameaban los pañuelos y se escuchaban los gritos de '¡Franco! ¡Perón!', que no cesaron hasta el momento de partir el avión».
Todo según lo previsto. Franco y Evita pasaron revista a las tropas, la banda de música «interpretó los himnos español y argentino, mientras una batería del regimiento de Artillería hacía las galvas de ordenanza», y, en fin, el dictador no se separó de la vera de la Duarte casi hasta que salió el avión. La despidió «al pie mismo de la escalerilla del avión (...), besándola (sic) la mano y cruzándose entre ambos frases afectuosas y cordialísimas de despedida». Y ella, en olor de multitudes, correspondió. «Varias veces (...) se limpió las lágrimas que le corrían por sus mejillas». Ya lo ven: todo un acontecimiento. Con drama y todo.