Secciones
Servicios
Destacamos
P. SUÁREZ
GIJÓN.
Domingo, 21 de abril 2019, 02:28
Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.
Compartir
El Viernes Santo amenazaba con lluvia. Sin embargo, el tiempo dio su brazo a torcer para que pocos minutos más tarde de la hora señalada, el primer paso, el de La Piedad, hiciese su salida desde un Campo Valdés repleto de fieles, curiosos y visitantes, todos ellos expectantes ante una de las procesiones más esperadas de esta Semana Santa.
Custodiado por penitentes y soportado por veinticuatro costaleros, el paso, el cual conforma una de las mayores tallas de la Semana Santa gijonesa, fue avanzando por el muro con ritmo elegante y acompasado, producto del balanceo reflejado en las capas de los penitentes. Tras él, le llegaba el turno al paso de Nuestra Señora de la Soledad, vestida con un manto sobre cuya depurada apariencia y valor conversaban dos devotas habituales de la procesión. Siempre bajo las indicaciones de los capataces, atentos en todo momento a los baches del terreno, los pasos fueron avanzando en su recorrido.
Encargado de cerrar la procesión, el paso del Santo Sepulcro hizo su salida de la iglesia de San Pedro cuando se cumplía la media hora de desfile. Este año, el paso estrenaba unas ruedas que permitían una mayor manejabilidad sobre una talla muy complicada de portar. La emoción de quienes se concentraban a las puertas del templo evidenciaba la importancia que para los devotos tiene cada procesión. Rodeado de flores, el paso, continuó su marcha entre el sonido de los tambores mientras los primeros grupos de asistentes se iban disolviendo en dirección a la plaza Mayor.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
La hora que separó a una madre y su hijo de morir juntos en Palencia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.