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Es uno de esos hallazgos que 'a priori' sólo llaman la atención por su belleza, pero que después, cuando se piensa sobre ello, da las claves sobre la transformación que, en este caso, esta experimentando Gijón. Y, en concreto, sus aguas fluviales. Estos días, integrantes del Colectivo Ornitológico Carbayera del Tragamón, están de celebración, sorprendidos todavía de lo que se han encontrado en sus habituales recorridos en busca de un ave que fotografiar. Y es que se han encontrado con una especie que, aunque habitual en algunas zonas de Asturias, no es propia de Gijón.
Primero, vieron dos adultos y dos pollos. Al día siguiente, el objetivo de Javi Alonso captó a un mirlo acuático adulto y a otro joven. Lo llamativo es el lugar en el que estas aves, 'cinclus cinclus', estaban; que si bien es un dato, el de la ubicación de sus hallazgos, que normalmente prefieren no divulgar, en esta ocasión es precisamente la localización lo que da la importancia al avistamiento.
Fue prácticamente en una zona urbana. En el humedal Alfredo Noval, que empieza en La Coría y se despliega hacia la aliseda pantanosa, por debajo del nudo de la autovía.
Son aves que no están vinculadas a entornos urbanos, que viven en los cauces altos y medios de los ríos, donde las aguas cristalinas favorecen que en ellas vivan insectos y otros invertebrados: la comida del mirlo acuático.
Hacía tiempo, explican en el Colectivo Ornitológico Carbayera del Tragamón, que no se les veía por Gijón, cerca de la zona más urbana. «Esto viene a significar que las aguas del concejo han mejorado, porque son aves muy sensibles a este tema y necesitan que las aguas estén limpias», explican en este colectivo.
Sí es habitual ver a los 'cinclus cinclus' en zonas como el alto Narcea, la parte más «salvaje» del río a su paso por Soto del Rey , incluso por Las Caldas y en las zonas altas del Piles; allí donde las aguas bajan rápidas y generan un espacio en el que la que más tarde será la comida de esta ave pueda prosperar.
«Si las aguas de Gijón no hubieran mejorado, no habría invertebrados ni insectos y esas aves no tendrían qué comer», remarcan en la Carbayera del Tragamón.
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