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LAURA CASTRO
GIJÓN.
Sábado, 3 de marzo 2018, 02:24
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Faltan manos en el Oceanográfico de Gijón. Así lo asegura el director del centro, Javier Cristobo, quien aseguró que afrontarán, entre otras cuestiones, este 2018 sin becarios. A la espera de que se aprueben los Presupuestos Generales del Estado, se han visto obligados a paralizar investigaciones y aumentar la carga de trabajo ante la imposibilidad de contratar nuevos profesionales.
«Una gran parte de la reducción de personal -han pasado de cincuenta investigadores a treinta en los últimos cinco años- se detecta en la ausencia de becarios. En los dos últimos años dirigimos seis tesis doctorales tuteladas por los investigadores titulares de aquí y para este año no habrá ninguna», indicó Cristobo. Esto se traduce en una «pérdida de capital humano imprescindible para el desarrollo de los proyectos» del Oceanográfico. «Los jóvenes son la savia nueva, una recarga de ideas para la investigación y un grupo fundamental para nosotros», incidió.
La prórroga presupuestaria también ha contribuido a un aumento de la carga laboral de los investigadores del centro. «Todos nos hemos apretado el cinturón con los recortes, pero ahora además no podemos disponer ni siquiera de becarios, pues prevén aprobar las cuentas estatales en verano», criticó Cristobo, quien agregó que este retraso supone una pérdida de tiempo «clave» en el desarrollo de investigaciones en curso.
A esta falta de becarios se suma la «excesiva burocratización» de la Administración central. Un problema que Cristobo ejemplificó con el proyecto SponGES -estudio de los ecosistemas vulnerables en la zona del Atlántico Norte- que actualmente está paralizado. La Unión Europea le concedió a España una partida en la que se incluían los gastos para la contratación de un profesional durante los cuatro años que dura esta investigación.
Cuando recibieron la adjudicación del proyecto SponGES, el Oceanográfico de Gijón presentó la documentación para dicha contratación. «Hicimos la solicitud el primer día. Fue al ministerio y a intervención. Pasaron catorce meses hasta que por fin incorporamos a esa persona a la plantilla del proyecto. Es una pérdida de tiempo increíble», criticó el director del centro.
En este proyecto europeo trabajan otros veinte socios comunitarios que, según Cristobo, no tienen tantas trabas burocráticas. «Los compañeros de Londres tardaron, como mucho, un mes en disponer de esa contratación», aseguró.
Cristobo señala que esta tardanza afecta al centro que dirige, pero también al profesional que estuvo durante un año esperando para ser contratado y por tanto sin sueldo. «Perdemos dos manos durante demasiado tiempo, lo que supone un retraso importantísimo de la investigación», remarcó.
«Se tiene que justificar hasta el último euro que se gasta. Y en caso de no utilizarlo, deberemos explicar por qué y devolverlo. Es una pena que se desperdicie», planteó el director del centro.
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