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El Hospital de Cabueñes, en Gijón. DAMIÁN ARIENZA
«Mi padre falleció en julio de 2020 y aún esperamos que nos llamen de paliativos»

«Mi padre falleció en julio de 2020 y aún esperamos que nos llamen de paliativos»

Noemí Álvarez afirma que en los tres meses desde el diagnóstico hasta su muerte «nos sentimos totalmente abandonados»

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Miércoles, 2 de febrero 2022, 03:44

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En abril de 2020, en pleno confinamiento por la pandemia, Fermín Álvarez recibió la peor de las noticias. Tenía un cáncer en fase terminal. Acabaría falleciendo apenas tres meses después, recién cumplidos los 80. «Él lo único que pedía era no tener dolores», recuerda su hija, Noemí Álvarez Noval. Del Hospital de Cabueñes salieron con la esperanza de que así sería. «La oncóloga nos dijo que había solicitado los servicios de paliativos para él». Pero pasó una primera semana «y no supimos nada». Entonces, la familia se puso en contacto con el centro de salud Severo Ochoa, del que dependía, donde les aseguraron que también ellos lo gestionarían. Pasó otra semana «y nada».

En los tres meses que pasaron desde el diagnóstico hasta su fallecimiento solo recibió una visita domiciliaria del médico de familia.

«Nos sentimos totalmente abandonados. Fuimos nosotros, la familia, los que nos informamos y le procuramos todos los cuidados, graduando los analgésicos que le habían pautado según las indicaciones del médico, que sin verlo nos decía 'habrá que subírselos'. Nosotros hicimos de servicios paliativos. Gracias a nosotros mi padre pasó los mínimos dolores», recuerda su hija. Fermín falleció el 6 de julio. Había ingresado apenas unos días antes en el Hospital de Cruz Roja después de que su familia llamara al 112, «la única manera de conseguir que lo vieran», afirma su hija, que reprocha: «Todo el proceso fue muy rápido. De abril a julio. Pero aún estamos esperando que nos llamen de cuidados paliativos».

«Nada ha cambiado»

Noemí Álvarez encuentra cierto paralelismo entre el caso de su padre y el desvelado el pasado domingo en EL COMERCIO por la escritora y periodista Ángeles Caso: su prima, fallecida el pasado enero, aguardó cinco semanas por unos cuidados paliativos que nunca llegaron. «Es inconcebible que en cerca de año y pico no haya cambiado nada», cuenta Álvarez que pensó al leer el artículo.

Su familia presentó en su momento un escrito de queja en el centro de salud. La respuesta no les convenció: «Venían a decir que no nos quejáramos, que habían ido en una ocasión a verle a casa». Ella se lamenta de que «nadie hizo nada. Ni nos dieron explicaciones».

320 pacientes atendidos por los equipos ESAD en 2020

Los dos denominados Equipos de Soporte de Atención Domiciliaria (ESAD) del área sanitaria V, compuestos cada uno de ellos por un médico y una enfermera, atendieron en 2020 a 320 pacientes que precisaron cuidados paliativos. A falta de cerrar los datos de actividad relativos al pasado año, los de 2020, primer año de la pandemia, son muy simulares a los de los dos ejercicios anteriores, según confirman fuentes de la gerencia. Las mismas fuentes subrayan que «el manejo habitual» de los pacientes que precisan cuidados paliativos lo asumen los médicos de familia y que los equipos ESAD -que vienen a ser un «órgano consultivo» de apoyo a los profesionales de Atención Primaria- solo se ocupan de los casos complejos.

Al margen de los ESAD, también la unidad de hospitalización domiciliaria con que cuenta el Hospital de Cabueñes desde 1992 presta esta atención, que supone aproximadamente el 40% de su carga de trabajo. La unidad la componen tres médicos y cinco enfermeras.

El mismo sentimiento de abandono que relata ella es el que refiere la familia de José Manuel Alonso, paciente oncológico con metástasis que falleció también en Cruz Roja -«después de rogar que lo ingresaran porque ya no se aguantaba de dolores»- en agosto de 2019, antes de la pandemia. «Nunca nos llegaron a derivar a cuidados paliativos», comenta su hija, Noelia Alonso. «Nos decían que no estaba para ellos, pese a que mi padre se estaba muriendo, con unos dolores horrorosos. Se pasaban la pelota de unos a otros.

En el centro de salud decían que los paliativos los tenían que indicar desde el hospital. Pero en el hospital éramos incapaces de hablar con su médico». Mientras tanto, los analgésicos que le dispensaban no eran suficientes para calmar unos dolores que iban en aumento. «Quince días antes de que muriera aún nos decían que no estaba para recibir paliativos», relata incrédula su hija. «Fue todo un despropósito».

«¿A qué hay que esperar?»

Isabel Moro vivió en primera línea el sufrimiento de su pareja, que en agosto del año pasado ingresó en Cabueñes también con un diagnóstico de cáncer terminal. «Tenía unos dolores terribles, hasta el punto de tirarse de la cama abajo, y pedíamos que le aplicaran paliativos pero nos decían: 'Todavía no llegó el momento'. ¿A qué momento había que esperar?», se pregunta aún hoy.

Esa persona tenía redactado su testamento vital, en el que dejaba claro que no quería que le prolongasen la vida innecesariamente, «pero pasó dos semanas así, soportando unos dolores terribles». Hasta que, finalmente, cuenta Moro, «otra doctora le proporcionó la sedación y en unas horas se fue».

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