Una pionera al volante

A Edelmira Martínez todo el mundo la conocía como 'Xavina', el apodo que indicaba la procedencia de su marido y de su suegro: La Xavina, en Carreño. Pero ella, en realidad, era de Ambás, y más que válida por propios méritos. Hace hoy medio siglo recordamos, por medio de una entrevista con la interesada, que esta asturiana había sido la primera mujer española en conseguir el carné especial que la habilitaba como conductora de autobús. Se lo sacó en 1949, aunque llevaba conduciendo desde 1941, el año en el que se sacó el carné de segunda. Desde entonces hasta 1972, infinidad de viajes. «Desde 1941, con turismos, hice bastantes», nos decía 'Xavina'. «Después ya tuve que agarrarme al volante profesionalmente».

Fue desde el momento en que se sacó el carné número 14.84. O algo así. «Ahora, como llevamos el mismo del carné de identidad, la verdad es que lo he dejado en el baúl del olvido». 'Xavina' había llegado a hacer hasta diez viajes diarios como conductora de autobús «por falta de personal», y ahora hacía dos. En total, casi un millón, «o más del doble. Después de 31 años conduciendo y la mayor parte de ellos en autobuses y viajes largos, se supera fácilmente» esa cantidad. Experimentada lo era mucho, por tanto, y, además, casi exenta de accidentes, a pesar de todos los obstáculos que a la buena conductora, máxime si era mujer, se le aparecían en cada trayecto a cada paso.

El primero: el resto de conductores. «Encuentro al conductor», en el ámbito gijonés, «como un señor que quiere hacer lo que le viene en gana, no respetando la ley». El peatón, por su parte, era para Edelmira «un insensato que desafía la ley del más fuerte». Ambos, decía, eran culpables. «Unos porque jóvenes al volante se consideran prácticos, dominadores, conocedores del coche. Los otros porque para ellos no existe más que la ley de la prisa y atraviesan las calles en la forma más conveniente». Tampoco se salvaba el conductor joven, quien «muchas veces se siente súper hombre, y raya con lo grosero y gamberro». Las cosas claras, y el chocolate, para la pionera 'Xavina', espeso.

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