«En pocas ciudades puedes ver un espectáculo de esta envergadura»

Había gente en la arena, en el paseo, en La Providencia, en el Cerro... Entre estos últimos se encontraba Ángel Villamil, de Trubia, quien contaba que llevaba tiempo sin acudir a esta exhibición aérea. «La última vez fue hace cinco ediciones, pero siempre me ha llamado mucho la atención todo lo relacionado con el festival». Destacaba «el maravilloso ambiente que hay para ver estas maniobras tan chulas y únicas» y que «estar al aire libre con estos aviones tan impresionantes es una experiencia maravillosa». Él era de los que acudieron más preparados para sobrellevar todo el programa sin cansars y recomienda acudir «en compañía y con tienda de campaña incluida». No era el único que convirtió las zonas verdes del Cerro en lugar casi de acampada, pues muchos acudieron también con sillas, sombrillas y todo lo necesario para el pinnic de la hora del almuerzo. El objetivo, no perderse detalle de una parrilla que muchos se sabían al dedillo -«ahora vienen los paracaidistas y después el Eurofighter», apuntaba un pequeño a sus padres-, lo que no evitaba la sorpresa, y las risas por el susto, cuando de repente un avión por más esperado que fuera, aparecía cruzando el cielo a toda velocidad y con gran estruendo por encima de sus cabezas.

Francisco Fernández, ovetense y primerizo en el festival también destacaba la importancia de venir acompañado. En esta ocasión fue un amigo quien le convenció para traerle a un espectáculo que en principio «nunca me había llamado la atención» pero que, como a tantos, ya le ha cautivado. «El año que viene pienso repetir y conozco bastante gente a la que le podría encantar», señalaba.

Más veterana en estas lides es la gijonesa Maribel Fernández, asidua al evento. «A toda nuestra familia nos atrae mucho. Y siento que gracias a este festival las calles se llenan de vida. Ver a tanta gente disfrutando de la exhibición funciona como una especie de previa antes de la Semana Grande». Tras ver los primeros pases, destacaba la labor y pericie de los pilotos. «Sabemos que con todos esos movimientos en el aire se están jugando la vida, por eso nos gusta venir y agradecerles la impresionante exhibición».

Samuel Marinas, un joven aficionado a la aviación, destacaba que «si Gijón siempre tiene un gran ambiente en verano, con el festival aéreo aumenta aún más y eso se agradece. A todos nos encanta vivir este espectáculo como si fuera una especie de fiesta». Recordaba que la primera vez que asistió era aún un niño «aún más impresionable que ahora, y me volvía loco observando los cazas». Para Carla Domínguez, avilesina, lo mejor del festival es «la ilusión de mi hijo mayor cuando apareció el Eurofighter. A toda nuestra familia nos encantaría repetir esta experiencia». El veloz caza del Ejército era sin duda una de las estrellas más esperadas, pero también fueron muy aplaudidas las piruetas de los acróbatas y el público celebraba en general «l ritmo dinámico» del festival, que apenas dejaba pausas.

Celia Gallo, asturiana residente en Valladolid, reconoció que «este festival me llamaba la atención desde hace tiempo pero nunca había podido venir. Las Fuerzas Aéreas merecen este espacio para mostrar su trabajo y su labor. Y me encantaría que todo el mundo se animase a venir al y de paso conocer Gijón». Mario Rionegro, madrileño asentado en Asturias, señaló que «en pocas ciudades puedes ver una actividad de esta envergadura. Toda Cimavilla estaba a reventar, es increíble la cantidad de masas que mueve», destacaba, convencido de repetir el próximo año.