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El silencio y la oración acompañan a la Soledad de María por las calles de Cimavilla
La emoción y el recogimiento fueron los protagonistas de un dolor «al que solo pondrá fin la Resurreción»
vanesa martín
Sábado, 16 de abril 2022, 12:22
Poco antes de las nueve de esta mañana salía de la Iglesia de San Pedro el paso de San Juan Evangelista, con su manto y sus flores granates, precediendo al de la Soledad de María, ante cuya presencia se inclinaban los más fieles, en un silencio apenas roto a primera por el murmullo de un mar hoy en calma y el repique en el suelo de los bastones de los cofrades.
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La Ilustre Hermandad de la Santa Vera Cruz abrió camino desde el Campo Valdés para dirigirse a Sebastián Miranda, seguidos por la Hermandad de la Misecordia, portadora de la imagen de San Juan Evangelista y, tras ellos, los integrantes de la Ilustre Cofradía del Santo Sepulcro portaban sobre sus hombors a la virgen de la Soledad, rodeada de flores blancas y ataviada con un manto azul noche y bordados dorados.
El párroco de San Pedro, don Javier Gómez Cuesta, cerraba la comitiva y guiaba la oración de los cinco misterios del Rosario, mientras los pasos recorrían algunas de las calles más emblemáticas de Cimavilla: Cruces, Rosario, Travesía de Atocha, Julio Fernández y Óscar Olavarría, para llegar finalmente a la Capilla de la Soledad, donde San Juan Evangelista y la Virgen se situaron uno junto a otro ante la presencia de las más de doscientas personas que se unieron a la procesión a lo largo del camino.
Con un ¡Viva la Virgen de la Soledad! entonado por uno de los cofrades y el aplauso emocionado de los asistentes, San Juan Evangelista regresó a la Iglesia de San Pedro mientras que la imagen de la Soledad retornó a su capilla, ubicada en la plaza de la Artillería del barrio alto, y don Javier animó a todos los fieles a «prepararse para mañana, día de la Resurreción y del fin del dolor».
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