La prostituta acusada de dejar morir a un joven en un piso de citas de Gijón comparece en el juzgado
La jueza le comunica formalmente los cargos: omisión de socorro y estafa continuada. La otra acusada (su hija) sigue en paradero desconocido
La jueza que instruye el procedimiento del joven fallecido por una sobredosis en un piso de citas de Gijón comunicó hoy lunes formalmente a una de las dos prostitutas los cargos que pesan sobre ellas: omisión de socorro y estafa continuada. La mujer compareció en el Palacio de Justicia de Gijón acompañada de su abogado y sin la otra acusada (su hija) se encuentra en paradero desconocido.
Sobre esa segunda procesada existe una orden de búsqueda y captura internacional. Al parecer, podría haber viajado a Colombia, su país de origen, antes de que la jueza instructora ordenase la retirada de los pasaportes para las dos al apreciar indicios de criminalidad en el proceder aquella tarde de octubre de 2023, cuando Saul Iglesias, de 24 años, acudió al domicilio tras contratar los servicios sexuales de una de ellas.
Considera que existen indicios de que ninguna de las dos socorrieron a la víctima cuando se encontró indispuesta por la ingesta de sustancias tóxicas y que además, realizaron varias transiciones de dinero de unos 4.000 euros desde el teléfono móvil de Saul a sus cuentas bancarias, utilizando, supuestamente, el desbloqueo facial.
«Le queremos ver la cara»
A la acusada la esperaban a las puertas del juzgado de Gijón la familia del fallecido, entre ellos su madre, Carmen Iglesias y los abuelos. «Queremos verle la cara y que nos la vea y queremos que se haga justicia y llegar hasta el final», aseguró la madre.
La autopsia determinó que el fallecimiento de Saúl Iglesias se produjo por un fallo multiorgánico derivado del consumo de sustancias estupefacientes. Sin embargo, desde el primer momento se plantearon muchos interrogantes sobre la forma de actuar de las dos prostitutas que se encontraban en el piso de la calle Avilés. Lo arrastraron desde la vivienda hasta el descansillo y ellas bajaron a la calle dejándolo allí. Entraron en una lavandería y pidieron a una clienta que llamase al 112. No telefonearon desde ninguno de los cinco móviles que tenían con ellas.
Cuando los servicios sanitarios llegaron el edificio solo pudieron confirmar la muerte del joven, natural de Mieres y con una segunda residencia en Gijón. La investigación posterior habría permitido demostrar que cuando ya estaba mal las dos mujeres hicieron traspasos de dinero desde su teléfono móvil a sus cuentas bancarias.