La vieja Torre del Reloj, hace 125 años destinada a cárcel.
1897. Hace 125 años.

El pudridero de la villa

De nuevo se alzaban voces contra el estado de la cárcel gijonesa, sita en Cimavilla. El problema no se solucionó hasta 1909

Sábado, 30 de julio 2022, 00:26

Se proponía poner en marcha, más pronto que tarde, la construcción de una nueva cárcel, algo que no llegaría hasta más de una década después, cuando se abrió la de El Coto. «Hoy, que en todas partes se procura que los establecimientos correccionales estén dotados de todas las condiciones que la higiene impone y requiere; hoy que hasta en los más humildes pueblos se echa el resto, y valga la frase, para conseguir que los edificios destinados a cárcel pública respondan a las exigencias de los tiempos en que vivimos; hoy, en fin, que hemos convenido en que los desgraciados que con su proceder se hacen acreedores a las penalidades que las leyes imponen, tienen más de enfermos y criminales», no se entendía que en Gijón anduviésemos así.

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Con su reclusión en Cimavilla, a los presidiarios se les condenaba en la ciudad no solo a la ausencia de libertad, sino también «a vivir en lugares fétidos, en donde no se sabe lo que es aire, ni lo que es luz, ni es posible vivir de otro modo que como viven los berracos en sus zahurdas». EL COMERCIO, siempre garante de los intereses de Gijón, se avergonzaba de que la población, «una de las más cultas de España», no dispusiese de otra prisión «que un caserón feo, repugnante, asqueroso, capaz de dar grima a una noche de truenos». Era, en definitiva, una cuestión de caridad más que de estética. ¿Hasta cuándo? Pues apunten la fecha, que ya la sabemos: 1909.

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