«Queremos que el 'sinhogarismo' en Gijón no se cronifique, pero es difícil», señala el concejal Guzmán Pendás
Las entidades muestran su preocupación, hablan de una mayor dispersión de personas en la calle y ven necesaria una atención personalizada
«Noticias como esta son un mazazo tremendo», lamentaba ayer el concejal de Servicios Sociales, Guzmán Pendás, tras el hallazgo este fin de semana de ... una persona fallecida en un cajero de la plaza del Carmen, el tercer caso de características similares registrado en la ciudad en apenas dos semanas, tras otra muerte en un cajero de La Calzada y una bajo el viaducto de Carlos Marx. «En la Fundación Municipal de Servicios Sociales se trabaja mucho y de manera muy profesional, de la mano de las entidades de la Red de Inclusión Activa (Redia), para atender el problema del sinhogarismo. Lo ideal sería un Gijón donde sea cosa del pasado. Pero pese al trabajo que se hace día a día, es algo muy difícil», señaló.
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Como ayer recogía EL COMERCIO, en esta ocasión se trataba de una persona cuya situación era conocida por las entidades que trabajan con este colectivo, un hombre de 63 años que dormía a diario en el interior de una oficina bancaria donde también pernoctan otras dos personas y que pese a sufrir un fuerte proceso catarral rechazó los intentos de dos trabajadores sociales porque fuera el hospital. «Siempre pensamos que estas son situaciones temporales, y queremos que no sean situaciones cronificadas. Pero tampoco podemos actuar contra su voluntad. Es algo complicado», señala Pendás, quien añade que en ocasiones existen agravantes como problemas de salud mental.
A pie de calle, en colaboración con la Fundación Municipal de Servicios Sociales, con estas personas trabajan entidades como el colectivo Nacai o Mar de Niebla, esta última a través del proyecto Eslabón, en labores de detección y acompañamiento. Además de este control continuo a lo largo de todo el año, cuando llegan las olas de frío y las temperaturas caen por debajo de los 5 grados se activa de manera automática un mecanismo por el cual personal de Cruz Roja acude a los emplazamientos que le indica la Policía Local, muchos de ellos cajeros, para llevarles mantas, bebidas calientes, barritas energéticas.... «Es una lástima que pasen estas cosas», lamenta el presidente de la asamble local de Cruz Roja en Gijón, José Ramón González. Dado que este invierno aún no ha llegado el frío, la última activación de este protocolo se remonta a febrero. No obstante, González señala que cada vez ven «más usuarios, y más disgregados» a lo largo de la ciudad.
Desde la Fundación Siloé, otras de las entidades que trabajan con las personas sin hogar en el marco de la Redia, su director, Pablo Puente, considera las tres muertes de estas dos semanas como «una tragedia». Apunta que «se sabe que vivir en la calle reduce la esperanza de vida», pero añade que «no debería hacer falta llegar a algo tan trágico» para darse cuenta de que existe un problema que califica como «un fracaso de la sociedad en su conjunto». Remarca que más allá de la vivienda, «es importante la red social de cada persona, porque al final se acumulan factores que pueden ir desde una experiencia traumática a la pérdida de empleo o incluso problemas de salud mental». Y admite que «no hay una respuesta fácil» a este problema.
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Rafael Piñera director de la Cocina Económica, señala que «lo ideal sería que ninguna persona tuviera que estar en la calle, salvo las que lo deseen por voluntad propia, aunque nadie quiere estar conscientemente en esa situación». Apunta que «desde las entidades vemos que estas personas tienen necesidades cada vez más específicas y concretas» y ve necesario «recursos más integrados y que permitan una atención más personalizada».
También la federación vecinal urbana (FAV) lamentó esta nueva muerte de una persona sin hogar. «¿Cuántas podemos aguantar? ¿Están pensando el Ayuntamiento y el Principado dar alguna respuesta a esta inhumana realidad? Hacen falta recursos y actuar ya, considerándolo algo prioritario», señaló.
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76 en una noche, 200 al año
76 personas en una misma noche fue el resultado del último recuento nocturno de personas sin hogar realizado en Gijón, una práctica periódica –ya con tres ediciones– que tuvo lugar en octubre de 2023 y que se realizó de manera simultánea con otros 27 municipios (605 en Valencia, 433 en Palma de Mallorca, 285 en Córdoba, 234 en Alicante, 44 en Oviedo...). Se trata no obstante de la foto fija de una noche y hay que remitirse a otros datos para analizar la realidad del sinhogarismo.
Entre ellos, los que recoge la última memoria anual de la Fundación Municipal de Servicios Sociales, correspondiente a 2024, sobre iniciativas como el proyecto Eslabón de Mar de Niebla. A lo largo del año pasado a través de Eslabón se prestó atención a 305 personas, de las que 172 eran nuevas en el programa. De ese total, solo un 9% poseían un alojamiento estable (ya sea una vivienda pública o un alojamiento temporal en recursos para personas sin hogar), un 14% estaban en una situación de vivienda «insegura» (riesgo de desahucio, en casa de familiares o conocidos...), otro 14% vive en 'chupanos', trasteros o espacios similares y el 63% restante, casi doscientas personas, lo hacían «a la intemperie, sin techo».
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El 52% de las intervenciones se hicieron en la zona centro, con otro 27,5% en la zona oeste y un 11,8% en los barrios del distrito sur. El perfil mayoritario era el de un hombre (71%) de nacionalidad española (61,5%) y de entre 36 y 55 años (47,8%) que carece de ingresos (el 52,4%, frente a un 14,1% que percibe pensiones no contributivas de invalidez o jubilación, un 7,5% con el ingreso mínimo vital y un 6,2% con salario social básico). Se hicieron acompañamientos a 90 personas y seguimientos a 231. 55 personas fueron derivadas a otros recursos de la Red de Inclusión Activa (Redia) de Gijón.
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