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Hilario López, en el edificio departamental. JUAN CARLOS TUERO
«Este rector es el primero que involucra a la EPI en la Universidad»

«Este rector es el primero que involucra a la EPI en la Universidad»

Hilario López | Exdirector de la Escuela Politécnica, nuevo Embajador de Gijón ·

«Ser Embajador de Gijón es un orgullo, pero es muy fácil. Gijón se vende solo. Vayas donde vayas, Asturias cae bien»

O. ESTEBAN

GIJÓN.

Domingo, 15 de septiembre 2019, 02:46

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«Por su talante abierto, sus iniciativas y su disposición incansable para abrir vías de colaboración entre todos los agentes de su entorno». Esos son los motivos por los que el Club de Empresas de Turismo de Negocios ha concedido a Hilario López (León, 1961) la distinción Embajador de Gijón, que recogerá el próximo día 26. Catedrático de la Universidad de Oviedo, profesor en el Departamento de Ingeniería Eléctrica, Electrónica, de Computadores y Sistemas, sigue viendo la Escuela Politécnica de Ingeniería de Gijón, la EPI, con la mirada privilegiada de quien fue más de diez años subdirector y otros seis director. De hecho, es desde sus aulas y sus pasillos, desde donde 'vende' Gijón. Su última gran colaboración fue la celebración en Gijón, en 2017, de las trigésimo octavas Jornadas de Automática, encuentro que coincidió con el 50 aniversario del Comité Español de Automática en España (CEA). «No ha habido otras jornadas como aquéllas», insiste.

Satisfecho con su nuevo papel, se emociona varias veces durante la entrevista, al recordar aquellos fines de semana en los que su esposa Margarita le ayudaba con los últimos pasos de la tesis, y da por buena toda su vida solo por haber conseguido poner en marcha el mayor centro de la Universidad de Oviedo.

-Embajador de Gijón. ¿Satisfecho?

-Es una gran ilusión. No soy de Asturias, no tengo ningún cargo ahora... Y tener un reconocimiento de mis conciudadanos, del ayuntamiento, de las empresas,... es muy grande.

-Como comenta, no tiene cargo ahora. ¿Ha seguido trabajando desde la segunda fila?

-Trabajar como embajador de Gijón es fácil, se vende solo. Cuando vamos a los congresos, a las jornadas, y hablas con la gente te das cuenta de que Asturias cae bien. Yo llegué aquí con 18 años y siempre me he sentido aquí muy bien.

-¿Llegó para estudiar?

-Sí, en el año 1979, y es la mejor decisión que tomé en mi vida. Tenía la opción de ir a Valladolid o de Madrid. Pero entonces nos enteramos en la familia de que se iba a poner en marcha en Gijón la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales, con la ayuda del Ayuntamiento, que fue imprescindible.

-Y de estudiante a director.

-Fueron muchos pasos. Estudiante, becario desde cuarto curso... Contábamos con unos laboratorios nuevos, que, incluso, tuvimos que barrer. Era un momento de mucha colaboración, de mucho compromiso. Recuerdo a profesores de entonces, como Javier Sebastián, que aún sigue. En 1985 hicimos un proyecto para Duro Felguera que EL COMERCIO publicó como el primer robot que se hacía aquí. Acabé la tesis en 1989. Recuerdo los fines de semana con mi mujer, Margarita, aquí en la Escuela, y ya embarazada de nuestro hijo Arturo, ayudándome (se emociona...).

Colaboración con la empresa

-Siempre se la ha reconocido ese afán por llevar la Escuela a la empresa y la empresa a la Escuela.

-Es que en una Escuela de Ingeniería es lo más importante. Si no ves lo que has creado, si no compruebas el resultado final, si no ves cómo funciona... Si lográramos que el 70% de la Escuela colaborara con la empresa sería tremendo, pondríamos a una cantidad de personas al servicio de la innovación.

-¿Qué hace falta para eso?

-Más apoyo del ministerio, aunque Pedro Duque lo está haciendo bien. En investigación básica, España está muy bien posicionada. Pero en investigación aplicada, no tanto. Y es tan importante una como la otra, aunque siempre se ha potenciado más la básica. De hecho, a los profesores se nos ha obligado a hacerla, que está bien, pero, al menos, en la ingeniería el publicar o no artículos no debería ser un impedimento. Duque lo que ha hecho es introducir, en la valoración de la investigación, un tramo de transferencia, para valorar la transferencia de conocimiento e información que ofrecemos a las empresas y la sociedad.

-Tuvo como director muchas dificultades con la propia Universidad.

-En momentos difíciles no hay que quejarse, hay que jugar con las cartas que tienes. La EPI nos dio muchas armas, mucho potencial, muchos profesores muy involucrados. Otras cartas no fueron tan buenas para llevar las metas a cabo, es cierto. Un ejemplo: queríamos traer en su momento a diez investigadores del CERN a impartir un curso, prácticamente gratuito, para cien estudiantes. Pues costó mucho trabajo, mucho más del razonable, a pesar de que a los investigadores invitados no teníamos ni que pagarles los transportes. Afortunadamente, al final lo logramos y fue un éxito. Porque lo cierto es que siempre conseguimos las metas.

-¿Con el tiempo, se olvidan los malos momentos?

-Sí. Te quedas con los alumnos que vienen y te dicen: 'Estoy en esta empresa gracias a las prácticas que me conseguiste'. Eso no tiene precio. (Se emociona de nuevo).

-¿Ha logrado la EPI el papel que quería tener en la Universidad?

-Solo buscábamos estar integrados en la Universidad, mientras desde fuera incluso se intentó enfrentar a los directores. Se vivieron momentos muy duros... Pero yo, por ejemplo, nunca aposté por una Universidad Politécnica, como se llegó a plantear, al contrario. Buscábamos la unidad. ¿Quién va a renunciar a pertenecer a una institución como la Universidad de Oviedo? Como ocurre ahora. Ya hay dos Escuelas Politécnicas y hay quien habla de una tercera. ¿No es mejor unir las que hay?

-¿Bajo una misma dirección?

-Si no es en una misma dirección, al menos, hay que lograr una mayor coordinación. Hay que ir hacia la Unidad. Y sí, la EPI ya ha conseguido el lugar que le correspondía. La sintonía de los responsables de los centros con el rectorado es total. Es la primera vez que está realmente integrada en la Universidad, con voz y voto, como se merece.

-¿Lo ha tenido entonces Juan Carlos Campo, su sucesor, más fácil que usted?

-Nooo. Buf, no. Todavía hay muchas dificultades.

-Cuando se fue admitió que le hubiera gustado dejar inaugurada la residencia de estudiantes. De hecho, aseguró que la Universidad llevaba 21 años perdiendo oportunidades. Puede añadir ya cinco años más...

-Hoy en día, a los estudiantes hay que motivarlos mucho para que desarrollen todo lo que pueden. Y todo ayuda. La residencia serviría para atraer a alumnos de fuera, a los mejores alumnos, y luego un tanto por ciento importante se quedaría para desarrollar su carrera aquí. También ayudarían las instalaciones deportivas, aunque ni siquiera hace falta tenerlas propias, estamos rodeados de ellas, como las de la Laboral. En su momento, incluso intentamos un convenio con el Grupo, pero no fue posible. Creo que también habría que difundir más las becas del Ayuntamiento y de la Universidad; otras universidades con menos prestigio se venden mejor. No puede ser que queden becas sin asignar.

Gente con valía

-¿Se ha arrepentido alguna vez de no haber optado a aquel último mandato?

-¿Cómo me voy a arrepentir? La Escuela va genial. Yo llevaba 17 ó 18 años en cargos de dirección. Había muy buenas ideas y mucho potencial, cosas que conseguir, como el grado de Organización, o tener aquí a los directores de los másteres, que se han conseguido después. Hubiera sido injusto no dar la oportunidad a gente con tanta valía como Juan Carlos (Campo, el actual director). Y con este Rectorado estamos involucrados por primera vez en la Universidad. No se debe medir las cosas por el tiempo que estamos. Si me muero, puedo decir que mi vida no ha sido en vano.

-¿Puede ser Campo el próximo rector de la Universidad de Oviedo?

-Sí, tiene un potencial tremendo, puede abordar cualquier cuestión que se proponga. Tiene el talento y la capacidad necesarios. Vale mucho. Es la primera vez que esta escuela está entre las mejores. Y el rector lo está haciendo muy bien. Sí quiero decir que después de este rector me gustaría que se presentara alguien del campus de Gijón, porque también formamos parte de esta gran Universidad.

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