«Hay relaciones de maltrato explícito que no están siendo llamadas por su nombre»

Comenzó su intervención recordando a los asistentes cómo las redes sociales «son herramientas con un gran potencial y cuya intencionalidad final no es la de que seamos todos muy amigos». Y cómo estas, con el paso del tiempo, se han convertido en el principal escenario de violencia y conductas machistas entre adolescentes. «Hay 'youtubers' con vídeos que cuentan con millones de reproducciones en los que pronuncian discursos que refuerzan los estereotipos de género y el odio ligado al cuerpo y sexualidad de las mujeres», lamentó. Señaló, asimismo, que la mayor parte de la población que sube contenido a estas aplicaciones está buscando inconscientemente la continua aprobación del otro. «No debemos olvidar nunca que estas redes son grandes empresas que se mueven por intereses económicos», incidió. Puso como ejemplo la existencia de diversos estudios internos de este tipo de aplicaciones en los que se confirmaba que el uso de este tipo de herramientas «acaba siendo negativo para la salud mental de los propios adolescentes».

«Estamos llegando a un punto en el que detectamos situaciones que antes no considerábamos violentas y nos empezamos a dar cuenta de que nos estamos relacionando de una forma muy agresiva con todo nuestro entorno», remarcó. Como ejemplo de esta afirmación señaló la creciente tendencia en la sociedad por la cual «se están normalizando situaciones de violencia» y perpetuando, de esta forma, dinámicas agresivas y sexistas. «Hay relaciones de maltrato explícito que no están siendo llamadas por su nombre», explicó.

Por otro lado, hizo referencia a cómo de forma histórica la mujer ha visto reprimidas sus emociones, siendo calificada de intensa al hablar de ellas: «Si una chica se enfada es incómoda y la sociedad le rechaza. Los hombres ante esto ejercen el bloqueo emocional y el silencio como una forma de control relacional».

Asimismo, a través de la exposición del estudio cualitativo en el que se encuentra trabajando en estos momentos -'Desequilibrios comunicativos en contextos relaciones'- Calvo puso sobre la mesa una serie de datos a modo de conclusión. Lo primero que destacó es que de las 122 personas participantes en dicho proyecto únicamente cuatro fueron hombres. Esa escasa participación masculina, explicó, es un rasgo significativo que demuestra que ese tipo de espacios de reflexión respecto a las relaciones afectivas y la sexualidad se considera «un espacio de socialización femenina».

Por otro lado, añadió que de esas 122 personas, un total de 102 afirmaron haber recibido contenidos explícitos de otra persona sin haberlo pedido o deseado. Así como que la mitad de los participantes -todas mujeres- aseguran haber recibido insultos o comentarios negativos relacionados con su aspecto físico o con su sexualidad.