Rodeado de basura y maleza: así vivía el asesino de Tremañes
El bilbaíno Alberto A. A., en libertad provisional por la muerte a golpes de un hombre en 2019, fue hallado sin vida en un chamizo de Roces
GUILLERMO MAESE
GIJÓN.
Miércoles, 10 de febrero 2021, 01:38
Agentes de la Policía Nacional encontraron el lunes en una chabola de Roces el cuerpo sin vida del indigente Alberto A. A., de 40 años. Fue un compañero de la infravivienda quien alertó a las autoridades del hallazgo. Los agentes y la médica forense solo pudieron certificar su fallecimiento. Hasta el lugar también se desplazó la Policía Científica, que no encontró en el fallecido signos de violencia. Las primeras pesquisas policiales apuntan a una muerte natural.
La chabola se encuentra en una finca de Roces llena de maleza, basura e incluso roedores. Vivía en un espacio de apenas tres metros cuadrados atechado por cajas de cartón, madera y plásticos. «Con nosotros no era agresivo, pero es verdad que en varias ocasiones ha venido la Policía para pedirle que dejara de prender hogueras», sostiene la trabajadora de un taller mecánico situado al lado de la chabola.
Alberto A. A., nacido en Bilbao y con graves problemas de adicciones, quedó en libertad provisional en abril de 2020 tras cerca de cuatro meses en prisión. Era el único acusado del asesinato de Aquilino Llamedo 'Quili' en la madrugada del 31 de octubre de 2019. Aquel día, el cuerpo del hombre, de 62 años, fue hallado sin vida en su casa del barrio de Lloreda, en Tremañes, tirado en la habitación y con signos de violencia. Horas después, la Guardia Civil detuvo al ahora fallecido, que permanecía en libertad provisional.
Trastorno mental
Con un trastorno mental diagnosticado, Alberto A. A. había conocido a la víctima en el centro penitenciario de Asturias, donde cumplía condena por un asesinato anterior en Bilbao en 1999. Confesó durante aquel juicio haber discutido con la víctima, un vagabundo junto al cual se le había visto por la ciudad.
Explicó que se lo llevó a las vías del tren, lo ató de pies y manos con un cinturón y comenzó a golpearle con un palo de madera. Acto seguido, cogió un hierro oxidado se lo introdujo por la boca, apretando hasta incrustárselo en la garganta.