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Arriba, don Maximino charla con Angelines, la más longeva de la residencia San Blas. Abajo, el reparto de los dulces en la iglesia parroquial Santa Cruz de Jove. TAREK HALABI / DANI MORA
Rosquillas de San Blas benditas por duplicado

Rosquillas de San Blas benditas por duplicado

Los dulces con los que la parroquia de Jove rinde homenaje a su patrón hicieron las delicias de una veintena de ancianos en Castiello

AIDA COLLADO

Lunes, 4 de febrero 2019, 01:17

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Protector de gargantas, no solo los que sufren los achaques propios del invierno se acordaron ayer de San Blas. Como cada año, la parroquia de Jove rindió homenaje a su patrón con una misa, una procesión y el reparto de los 700 kilos de rosquillas elaborados en honor al santo. Hace ya mucho que los dulces no se resignan a permanecer en el Oeste gijonés. Viajan a través de la ciudad hasta Castiello, para hacer las delicias de una veintena de ancianos.

Todos ellos, viven en la residencia San Blas, originalmente situada en el barrio de Jove, pero que se trasladó a Bernueces hace ya 35 años. El cambio de ubicación no terminó con una tradición que cada año su responsables se encargan de mantener y, nunca mejor dicho, alimentar: ya benditas por el párroco de Jove, José Manuel Álvarez, las galletas son llevadas a Castiello donde, en presencia de los residentes, el párroco Maximino Canal, vuelve a bendecirlas para regocijo de sus fieles. «¡Eche agua bendita para aquí, que no me tocó nada!», le reclamaba justo después Angelines, quien a sus 97 años es la residente más longeva de San Blas.

El propio cura quiso probar los dulces. «Ando un poco mal de la garganta», justificó. Minutos antes había pedido alegría y salud para todos, concediendo más importancia a la primera, y la oportunidad de volver a disfrutar de estas delicias el próximo año.

Se estrenaban en la fiesta de la casa Matilde, de 73 años, y Carmen, de 91. La primera desconocía por completo la tradición. «Me hace mucha ilusión, porque nunca había estado y el día ayuda mucho, hace sol y parece que ya vamos para arriba», comentaba Matilde llevando la vista más allá de la ventana, ya fija en la primavera.

Carmen también es nueva en la residencia, pero no en la celebración. «En un pueblo cercano al mío, en Burgos, ya se celebraban las rosquillas de San Blas e íbamos a casa de unos amigos a hacer fiesta», recuerda.

Con ellos, el personal del centro, familiares, amigos y la concejala de Bienestar Social, Eva Illán, dieron cuenta del ágape.

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