Siete años y ocho meses de cárcel por agredir y violar a su novia de 17 años
La víctima, con una discapacidad del 37%, fue agredida en casa de la tía del condenado y pudo escapar y pedir ayuda en un bar cercano
Un joven de 25 años ha sido condenado a siete años y ocho meses de cárcel por pegar una paliza y agredir sexualmente a una chica de 17 años con la que mantenía una relación sentimental desde hacía dos meses. Está considerado autor de un delito de lesiones de género y otro delito de agresión sexual.
Los hechos ocurrieron la tarde del 10 de julio de 2019 cuando ella y el acusado acudieron al piso de los tíos de él. «Una vez allí, el procesado sostuvo una discusión con su tía, seguido de lo cual se dirigió a su pareja diciéndole que todo era culpa suya, al tiempo que, con ánimo de menoscabar su integridad física, la golpeó reiteradamente, dándole puñetazos en la cara y en el abdomen, agarrándola del cuello con fuerza hasta tirarla al suelo, donde la pisó en el cuello diciéndole que era una hija de puta», recoge la sentencia de la Audiencia Provincial de Asturias, tras la instrucción del juzgado de Violencia contra la Mujer de Gijón.
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Condena Siete años de cárcel por un delito de agresión sexual y ocho meses por un delito de violencia de género.
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Acusado Un joven de 25 años que violó a su novia de 17 desde hacía dos meses.
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Piso La agresión tuvo lugar en casa de la tía del condenado, que se encontraba en el lugar.
No solo eso. «Tras ello el acusado se quedó tumbado en un sofá, y la novia se acostó en la cama, pero al rato el acusado se metió en la cama con ella diciéndole que quería mantener relaciones sexuales. Ante la negativa de la víctima, el acusado con ánimo de amedrentarla le dijo que si no accedía 'la iba a desmayar', por lo que, ante el terror que le inspiraba y el miedo a ser nuevamente agredida, no opuso resistencia, penetrándola el acusado vaginalmente y obligándole a practicarle una felación». Por la mañana, «cuando el acusado estaba dormido, ella aprovechó para abandonar la casa y pedir ayuda en un bar cercano». Presentaba un hematoma alrededor del ojo y otras marcas de la agresión. La mujer, que tiene una discapacidad del 37%, sufrió un cuadro de estrés postraumático, «caracterizado por la presencia de imágenes del suceso, un elevado estado de alerta, conductas de evitación y sentimientos de culpa».