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EL COMERCIO dedicó su tercera plana a la noticia.
1922. Hace 100 años.

La suerte llega a Gijón

El segundo premio de la Lotería Nacional de mayo fue expedido en su integridad en Gijón, se creía que a un viajero emigrado a México

Jueves, 12 de mayo 2022, 00:36

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Fue el 34.384 el número que hace un siglo hizo allegarse a Gijón la suerte... y el misterio. Porque nadie sabía, más que por sospecha, quién había sido el afortunado que comprase, semanas atrás, el billete entero del número ahora premiado en el segundo puesto de la Lotería Nacional de Mayo. «¿Quién será esi hombrón?», se preguntaban las 'charlas populares' de Adeflor, y respondían los mentideros de la villa que, probablemente, don Alonso Rivero, a la sazón rumbo a México. ¿Qué hacer? EL COMERCIO trató de dar con el afortunado publicando su retrato y entrevistando a Francisca Delor, la estanquera de la administración de la Plaza del 6 de Agosto, donde se comprara la serie.

«El día 16 del mes pasado», confirmaba Delor, «por la tarde, llegó aquí un señor desconocido, que representaba unos 60 años, y pidió un billete de la jugada extraordinaria. Le acercamos varios para que escogiera, y él lo hizo a bulto, sin mirar el número del que compraba, el cual envolvió y se metió en un bolsillo interior de la chaqueta. Entablamos conversación, y me dijo que al día siguiente se iba a embarcar en el 'Alfonso XII' con dirección a México. Cuando yo le dije que por aquellos países debía estar muy malo -hacía apenas unos meses que habían llegado noticias de la carestía de muchos españoles emigrados a ultramar- me contestó que su viaje era con objeto de realizar bienes. Después, se despidió».

Alonso Rivero

Visto y no visto. Ahora todo el mundo buscaba al ganador de la importante suma: un millón y medio de pesetas, de las de 1922. La rumorología decía que se llamaba Alonso Rivero, que tenía 65 años y raíces maliayas y que, a estas alturas, estaría ya casi llegando a allende los océanos. «Un americanín diba a embarcar pa Méjico el venti del mes pasáo», resumió, con su particular gracejo, Adeflor. «Llegó el día antes, dio una vuelta pol muelle, luego fue a la calle Corrida, siguió palante, paróse en la plaza (...) puso sobre la mesa un billetón de 500 pesetes, pidió un billete enteru (...) y salió tan frescu». «¡Era un probe!», replicarían algunos. «¿Crees que un probe pué tener 500 pesetes, y pa gastales en lotería?» Pues no.

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