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PABLO SUÁREZ
GIJÓN.
Jueves, 15 de febrero 2018, 03:50
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«No soy mago, soy calculista». Así respondía ayer Alberto Coto ante el asombro que provocaba su increíble capacidad para realizar sumas y multiplicaciones de gran complejidad en cuestión de segundos entre los alumnos del colegio público García Lorca.
Coto, asturiano y autor de doce libros sobre aprendizaje matemático, está considerado uno de los mejores calculistas de la historia, tanto por haberse hecho con siete títulos mundiales como por lograr el récord Guiness de cálculo mental, que mantiene desde 1999 y que le dio la fama como 'calculadora humana'. «Fue un martes de hace ya 19 años. Logré sumar 100 dígitos en tan solo 19 segundos», rememoraba Coto, quien sorprendió a los alumnos de quinto y sexto de Primaria con diferentes juegos en los que exhibió unas habilidades matemáticas que hicieron las delicias de los más pequeños.
Nada más comenzar la charla, y a modo de presentación, Coto pidió a cada uno de los estudiantes que realizara diferentes cálculos partiendo de su fecha de nacimiento, para después adivinarla al momento una vez le decían el resultado que había obtenido cada uno. Una operación sencilla para alguien acostumbrado a multiplicar cantidades de treinta dígitos cuando se «aburre en casa».
Con la audiencia en el bolsillo, el calculista buscó trasmitir la importancia de las matemáticas en el día a día así como un planteamiento dinámico y divertido de una ciencia que suele considerarse, por los ajenos a ella, como una disciplina compleja.
También hubo tiempo para que Coto hablase a los más pequeños de sus experiencias en campeonatos y espectáculos de cálculo, en los que casi siempre se proclama campeón. «He tenido que convencerme de que, a veces, quedar segundo también es ganar», decía el calculista en referencia a la presión que se marca cada vez que acude a alguna prueba.
Sus aptitudes han llevado a este langreano a ser motivo de diferentes estudios realizados por expertos, que coincidieron en que, para Coto, el hecho de sumar y multiplicar cifras es tan automático como para cualquier otra persona lo es leer una simple frase. «Mi factor diferencial a la hora de calcular es simplemente la concentración y la velocidad. Y eso hay que entrenarlo constantemente para no perderlo», confesaba Coto a unos alumnos a los que, a tenor de su actitud, nunca les habían parecido tan divertidas las operaciones matemáticas.
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