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Se va uno de sus capitanes, José García García, o 'Pepe Tizón', como le gustaba que le llamaran. Este domingo fue despedido en el tanatorio de Cabueñes por cientos de amigos y hosteleros. Con 67 años, cumplidos el pasado día de Reyes, y sin voz, debido a la enfermedad contra la que llevaba años luchando, José no dejó la oportunidad de pinchar su última canción, y en el acto de despedida sonó su querido Sabina y la letra de «pero si me dan a elegir entre todas las vidas... yo escojo la del pirata cojo con pata de palo, con parche en el ojo, con cara de malo. El viejo truhan, capitán de un barco que tuviera por bandera, un par de tibias y una calavera...». Y este «truhan y buen canalla», como le gustaba definirse, pidió mediante una carta que había dejado escrita, «tomad una copa a mi salud, y pronto, que la vida se acaba». Familia, amigos y hosteleros se abrazaban y le prometían que así lo harían.
Elocuente y divertido hasta el final, quién le va a negar nada al gran fan gijonés de Mick Jagger que fundó su primer bar, el Jumpin' Jack Flash, en Cimavilla, frente al Brisamar, en honor a sus adorados Rolling Stones.
Fue también cofundador del histórico pub Bubble de la calle Santa Doradía, que regentó durante cerca de veinte años, y otras dos décadas más fue el alma del noctámbulo y rockero Tizón, en la calle Capua, el pub fundado en 1976 por Kilo y Armando, los del Tik, y que José 'Bubble', a partir del año 2000 José 'Tizón', transformó en un lugar de encuentro postparty. El Tizón era el 'after' de referencia de Gijón.
Su amigo Iván d e la Plata, CEO de Fenicia Marketing, lo recordó como «una persona con una visión profunda y certera del negocio». «Nos deja una persona muy querida, gran conversador y que siempre transmitía sabiduría. Era un histórico de la noche gijonesa», proclamó Ángel Lorenzo, presidente de Otea Gijón. Nadie podía olvidar su gracia, su carisma. «Esa sonrisa con la que nos esperaba a las tantas de la mañana en el Tizón es imborrable», comentó Paco García, gerente de Carling Goal. Para muchos, como Elías Sánchez, responsable del Bambara, «Pepe era como un padre y fue mi gran maestro. Estoy muy triste», clamó visiblemente emocionado. «Se nos va un mítico de la noche gijonesa, pero sobre todo una gran persona que siempre estaba ahí para todo», añadía José María Sierra, uno de los socios de La Buena Vida. «Cuántas noches salíamos de trabajar en El Náutico y nos íbamos en busca del cariño y la buena música de José y después veíamos el amanecer juntos», confesó Juan José González, de la sidrería Boal.
Su gran amigo Enrique Iglesias, que regentó los pubs Berlín, quien fuera gran cronista del mundo ajedrecista en EL COMERCIO, no olvida «esos amaneceres llenos de diálogos sobre la vida después de una noche de risas, de una buena juerga o de uno de nuestros conciertos juntos. Fuimos varias veces a ver a los Rolling y a Sabina, que eran sus dos grandes mitos. Se va él antes, pero porque el auténtico mito es él», expresó Iglesias, quien apostilló: «Hoy brindaré por él como me ha pedido, y recordaré cómo iba con mi amigo al Tik o al Jardín a ligar y a bailar. Hablábamos de lo que seríamos en un futuro. Él fue y vivió como quiso. Siempre será inolvidable», concluyó.
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