Los niños saharauis, recibidos en el Ayuntamiento.
1997. Hace 25 años.

Un verano diferente

Gijón acogía otro año más a un grupo de niños saharauis, recibido de forma oficial en los salones del Ayuntamiento

Sábado, 16 de julio 2022, 00:36

104 niños saharauis fueron los que hace cinco lustros pusieron rumbo a Asturias para vivir un verano diferente; 30 de ellos tenían su destino en Gijón. Un proyecto que no hubiera podido ser posible sin la solidaridad de las familias de acogida que se ofrecían a dar cobijo a los pequeños y la ayuda económica del consistorio gijonés, que corría «con los gastos de desplazamiento desde Argelia hasta España», dijo entonces, para EL COMERCIO, «el concejal de Cooperación y Solidaridad, Eleuterio Bayón». Era un día de fiesta en el que se repitió muchas veces 'gracias' «con un inconfundible acento árabe, el primer idioma para el pueblo saharaui».

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Y el segundo era el español. La población civil saharaui «tuvo que huir del Sáhara Occidental en 1975», explicábamos entonces, en un tema que tristemente hoy sigue estando de plena actualidad. «En aquella fecha, las tropas españolas abandonaron la colonia, dejándola bajo el poder marroquí. Surgió entonces el conflicto entre el Frente Polisario saharaui y el ejército marroquí, que llevó a la población civil del Sáhara Occidental a refugiarse en el sur de Argelia». De aquellos polvos, estos lodos y, sobre todo, muchos niños inocentes. Mah Yahadi, uno de los miembros de la delegación que acompañaba a los niños que llegaron a Gijón en el año 1997, llevaba ocho trayendo a los críos, que, durante los primeros cuatro veranos, se hospedaron en albergues. Desde hacía otros cuatro, las familias asturianas les prestaban ya sus casas y su tiempo.

Una experiencia inolvidable. Para ambas partes. «Muchos de los niños ven el mar por primera vez en su vida desde la playa de San Lorenzo. 'Hay que estar continuamente pendiente de ellos, porque vas andando por la calle y se quedan atrás, parados, mirando un edificio o un escaparate', declaraba una de las 'madres españolas', que lleva tres años acogiendo a estos niños». ¿Quién aprendía más? Por unanimidad: todos. «El intercambio cultural es muy intenso y para sus 'hermanos españoles' supone también una fructífera experiencia». Sobrepasar -o derribar- fronteras siempre ayuda también a abrir el corazón.

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