«En la vida hay que seguir tres valores: la lealtad, la verdad y la concordia»

La directiva de la Asociación de Antiguos Alumnos y Amigos del Real Instituto de Jovellanos entregó ayer en el Antiguo Instituto las distinciones a los premiados de este año. El premio Antiguo Alumno Distinguido recayó en José Miguel 'Chechu' Fernández; el premio Alumno Distinguido Joven fue para Silvia Rodríguez y el Premio Campanil para la Sociedad Filarmónica de Gijón.

Su brillante trayectoria en la empresa, así como su vinculación con la entidad, de la que fue presidente por ocho años otorgaron a Fernández este premio que recibía «muy emocionado». Para él, el Instituto Jovellanos siempre fue muy especial, pues con tan solo 15 días de vida fue «a vivir a la calle donde se encontraba». En su discurso rememoró ese junio de 1959 cuando salió del instituto rumbo a la universidad. «Volver aquí 65 años después con esa maravillosa aventura que es la vida me produce una gran emoción, no solo a mí, sino también cargado de nostalgia por mis padres», pues, como explicó, su padre había estudiado en ese mismo lugar en los años veinte.

Sobre la vida, aprovechando que sus nietos estaban entre el público, dio un consejo a los allí presentes: «Hay que seguir tres valores: la lealtad, la verdad y la concordia». También tuvo unas palabras para los demás premiados, donde lamentó que jóvenes como Silvia Rodríguez tuvieran que marchar de España para tener oportunidades, «algo estamos haciendo muy mal como país».

La premiada como Alumna Distinguida Joven trabaja actualmente en la Universidad de Wuzburgo (Alemania). Graduada de Bioquímica, se especializó en un máster de Neurociencia y ahora ejerce como investigadora posdoctoral. Actualmente, está enfrascada en conocer la relación entre el cerebro y el resto del cuerpo. «Intentamos desarrollar terapias en las que tratando el sistema periférico se pueda tener cierta repercusión sobre enfermedades y trastornos psiquiátricos como la ansiedad o la depresión», explicó. Este premio para ella es «el más especial, porque es el de casa, se recibe con mucho más cariño», dijo emocionada.

Por último, el Premio Campanil, que en su momento fue impulsado por el propio Fernández, condecoró a la Sociedad Filarmónica de Gijón, entidad con 116 años de arraigo en la ciudad. El premio fue «toda una sorpresa», expresó su presidente, Antonio Hedrera. «Nuestro trabajo siempre es muy discreto y no estamos acostumbrados a premios», explicó. «Es todo un honor que se reconozca a la Filarmónica, porque nos ayuda a llegar a más gente y a más socios», añadió.