Una gijonesa, víctima de una violación en 2017 y cuyo agresor fue condenado a nueve años de prisión. PALOMA UCHA

La violencia sexual aumenta un 20% y las víctimas tienen en su mayoría menos de 30 años

El único centro asturiano de atención a agredidas, el de Cavasym en Gijón, está «desbordado» con 114 nuevos casos entre enero y septiembre

CHELO TUYA

GIJÓN.

Lunes, 2 de noviembre 2020, 00:11

A las diez de la noche del pasado 23 de enero, una joven esperaba a su novio en la acera frente a su casa. De repente, fue asaltada por un individuo que, de no haber mediado dos vecinos, habría culminado su agresión sexual. El atacante, en prisión y acusado de intento de violación, dijo en su defensa no recordar nada porque «estaba drogado y había bebido mucho». Si bien la suerte de que alguien aparezca para evitar el ataque no es habitual, sí lo es la respuesta del agresor. Al menos, es lo que argumentan la mayoría de los que atacaron a las 114 mujeres a las que atendió Cavasym en solo nueve meses.

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Entre el 1 de enero y el 15 de septiembre de este año, en el único dispositivo asturiano especializado -el Centro de Atención a Víctimas de Agresión Sexual y Maltrato (Cavasym) que la entidad homónima tiene abierto en Gijón desde 1986- se han abierto 114 expedientes a otras tantas mujeres que han necesitado terapia y asesoramiento legal para sufrir una agresión.

Una cifra -explica la presidenta y fundadora del centro, Mariti Pereira- que va a más. Respecto a la última memoria cerrada, la de 2018, supone un incremento del 20% de los casos, ya que aquel año fueron atendidas 123 nuevos casos de agresión sexual. La diferencia con lo ocurrido en 2016, cuando el número de nuevas víctimas se quedó en 45, es suficientemente elocuente. «Y solo se denuncian un 12% de las agresiones», insiste Pereira.

Aporta pruebas. De las 114 víctimas que pasaron por Cavasym este año, solo 21 llegaron a juicio. «Muchas de las mujeres que pasan por aquí siguen teniendo miedo a denunciar. Sobre todo porque se sigue cuestionando su testimonio». Lamenta ella, además, que «en violencia sexual, el hecho de que el agresor alegue consumo de alcohol o drogas se considera atenuante. No pasa eso en otro tipo de delitos, como los de tráfico».

Juicios pendientes de 2019

A eso suman otras dos particulares condiciones de las agresiones sexuales: la libertad condicional y los retrasos. «En muchos casos, el atacante queda en libertad provisional, con lo cual la víctima se lo puede seguir encontrando por la calle, incluso aunque haya orden de alejamiento. Hasta el juicio, muchos de ellos están en libertad».

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En cuanto a los retrasos, esgrime Pereira, «tenemos juicios aún pendientes de 2019», ya que a la lentitud habitual de los juzgados, por colapso de trabajo, se suma «lo que ocurrió este año con la pandemia: el cierre total ha supuesto que se paralicen muchos juicios. Ya digo que tenemos pendientes desde el año pasado. No sabemos aún cuándo se celebraran los juicios de los casos que han aparecido este año».

El confinamiento no ha servido, sin embargo, para frenar los casos. Aunque Pereira apunta «un leve descenso desde que se ha cerrado el ocio nocturno, ya que muchos de los casos que recibíamos se producían en esos momentos de la noche», sus cifras demuestran un aumento de este tipo de agresiones.

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«Que en nueve meses tengamos estas cifras indica que la situación va a más», sentencia la presidenta de Cavasym. Y aporta datos concretos. «En pleno confinamiento, cuando no se podía salir de casa, salvo para trabajar, hemos tenido varias víctimas. Fueron atacadas cuando entraban o salían de su domicilio». «Estamos desbordadas», resume.

Botellones

Además del incremento en el número de casos, Mariti Pereira pone el acento en el cambio del perfil. «El 90% de los casos que nos llegan son mujeres jóvenes, la mayoría, de menos de 30 años. Eso antes no era lo habitual». Una juventud que incluye, también, «a menores. Tenemos muchas chicas de 14 y de 16 años que han sido agredidas».

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Además de su juventud, la mayoría tiene en común el escenario de la agresión: «Hablamos de fiestas, tanto botellones como fiestas al aire libre». El agresor es siempre «un conocido, o de hace tiempo o de los últimos veinticinco minutos. Es un amigo o un amigo de un amigo que está en la misma fiesta y que, en un momento dado, a las dos de la mañana, decide que va a hacer lo que le dé la gana con ella».

El perfil del atacante es común a la mayoría de las víctimas. «Tenemos que olvidarnos de que el violador es un desconocido que asalta en un callejón oculto. Esos los hay, pero, en la mayoría de los casos, el violador pertenece, en mayor o menor medida, al círculo de la víctima. Ya digo: o es amigo, como tenemos varios, o conocido por terceros y familiares».

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También pone ella el acento en el incremento de las agresiones en grupo. «Lo estamos viendo en todo el país», dice Pereira porque también es la responsable de Relaciones Sociopolíticas e Institucionales de la Federación de Asociaciones de Asistencia a Víctimas de Violencia Sexual y de Género (Famuvi). En Asturias, «hemos tenido varias ya este año. Es algo que nos preocupa mucho».

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