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Manifestación en Londres por un segundo referéndum.

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Manifestación en Londres por un segundo referéndum. Reuters

Las estrellas de la UE inundan Londres

Miles de británicos contrarios al 'brexit' se lanzan a la calle para reclamar al Parlamento una nueva consulta

iñigo gurruchaga

Carresponsal en Londres

Jueves, 1 de enero 1970

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Una enorme manifestación en demanda de un nuevo referéndum sobre la relación de Reino Unido con la Unión Europea recorrió este sábado el centro de Londres en la mayor muestra de rechazo a la dirección de la política británica desde la consulta que, en 2006, decidió el 'brexit' por una mayoría de cuatro puntos porcentuales, 52% contra 48%. Ningún líder de los dos grandes partidos acudió a la marcha.

Los organizadores -una confederación de grupos de estudios y organizaciones proUE- estimaban que el número de asistentes había sobrepasado la cifra de 600.000. Si se aproxima a la realidad, sería la mayor manifestación en Reino Unido desde la que protestó contra la invasión de Irak en 2003. La Policía de Londres no ofreció una evaluación del número.

Una hora antes del inicio, miles de personas se habían congregado en los alrededores de Park Lane, junto a Hyde Park, en un día soleado. Partidarios del segundo voto habían viajado en autobús desde otros lugares del país. La aglomeración era de tal tamaño que la cabeza de la manifestación, una hilera de jóvenes, no podía avanzar.

Miles de manifestantes de todas las edades que se habían agolpado en torno a Piccadilly ocuparon la calzada, convirtiéndose en cabeza de la marcha, que a lo largo de su recorrido hasta Parliament Square tenía una alta densidad. La marcha quedó congelada en Whitehall porque no había ya espacio en la plaza frente al Parlamento, donde líderes políticos y sociales se dirigieron a los que allí estaban.

Delia Smith, popular presentadora de programas de televisión y autora de libros en los que ilustró los fundamentos de la cocina a millones de británicos, afirmó que la deriva de la política británica es «el asunto más importante de nuestras vidas». Otras personalidades de la televisión o las artes, el alcalde de Londres, Sadiq Khan, y líderes políticos de los pequeños partidos se sucedieron en el turno de palabra.

Ni el liderazgo conservador ni el laborista estuvieron presentes en la manifestación, convocada por 'People's Vote', donde políticos disidentes con la dirección de sus partidos, como Anna Soubry o Chuka Umunna, actúan como representantes públicos. Theresa May se opone tajantemente a la segunda consulta y Jeremy Corbyn da prioridad a forzar unas nuevas elecciones generales.

El asturiano Mauro Castillo trabaja para una editora holandesa de contenidos científicos y ha visto «una fuga de valores y de riqueza» en el equipo que dirige, de unas treinta personas, en su gran mayoría de países europeos, «porque los que se van son realmente los mejores». Su mujer, psicóloga en el Servicio Público de Salud, apuntaba: «Y las próximas generaciones han perdido mucho, no van a poder disfrutar de los programas Erasmus y de otros intercambios».

«Metedura de pata»

Sobre la manifestación, ella quiere que «al menos tengan en cuenta estas voces en la negociación». Él es pesimista sobre la segunda consulta: «Está hecho, pero es una metedura de pata y estar aquí es simbólico, la expresión del derecho al pataleo». Llevan en Londres doce años. Se manifestaban con sus tres hijas.

Castillo cree que «el principio del 'brexit' será un infierno y en el largo plazo las aguas volverán a su cauce». Y añadía: «La UE tiene muchas flaquezas, dio la espalda a la gente en la crisis y se puso del lado del fuerte, del rico, del banquero, pero la decisión de David Cameron de convocar el referéndum en ese momento... Si le preguntas a la gente si está contenta, lo normal es que te conteste que no».

Unos metros más allá, Tania Spooner, que escribe y trabaja en el teatro, se siente «absolutamente molesta con que este país haya tomado la decisión de separarse de Europa». «Yo soy una privilegiada, no he sufrido como otra gente con la austeridad, pero no quiero en absoluto que mi vida sea controlada por quienes quieren dirigir ahora el país», decía.

Su hija, Molly Moody, 25, actriz: «Creo que el referéndum se celebró antes de que nadie entendiera qué ocurriría en las negociaciones. La gente se sentía ignorada, en el norte de Inglaterra la clase trabajadora creo que expresó un sentimiento herido más que una creencia sobre lo que sería el 'brexit'. Y ahora se ha hablado mucho más y mucha gente ha cambiado de opinión».

Nick Dibb, 60, investigador científico: «Puede llevar un tiempo resolverlo, pero la gente está ahora mejor informada, y debes recordar que la mayoría de los diputados está a favor de la permanencia. El referéndum llegó por la presión de una minoría. Quién sabe qué ocurrirá, serán pasos. Esta situación podría llevar a unas elecciones generales y los partidos tendrán que expresar claramente sus opiniones en ese momento».

Saliendo de Whitehall por Horse Guards Avenue, un hombre denuncia las cifras de suicidios de veteranos del Ejército subido al remolque de un camión, con el telón de fondo de la bandera británica, frente al Ministerio de Defensa, a cincuenta metros de la marcha. Podría ser una causa universal, pero entre el centenar de congregados está el actual líder del UKIP, Gerard Batten.

Una mujer con una bandera galesa y otra europea atraviesa esta concentración. Dos mujeres la siguen, tiran de su bandera, ella se resiste, acuden hombres que estaban allí. Fisonomía típica del viejo Frente Nacional fascista. Uno de ellos, con gorra y gafas oscuras, le arranca el mástil metálico, lo rompe, pisa la bandera europea caída. Se acerca otro y la patea hacia la mujer, que se aleja aturdida.

Un camino plagado de obstáculos

Un sondeo publicado este sábado por 'The Times' afirma que, en el caso de que la negociación entre Londres y Bruselas desemboque en desacuerdo, como parece ahora probable, el 43% de los consultados desearía la convocatoria de otro referéndum y el 38% prefiere la marcha sin acuerdo. Solo el 16% cree que una nueva consulta repararía la aguda división británica.

Los sondeos dan una victoria a la permanencia por un pequeño margen, estadísticamente no fiable. A las dudas sobre el resultado de una segunda consulta se añade en el cálculo de los políticos el riesgo de una más grave fractura por desoír el mandato de más de 17 millones de votantes por el 'Brexit' en 2016, con Nigel Farage y otros advirtiendo de la posibilidad de desorden público.

Un segundo referéndum sería viable en el contexto de una negociación entre Londres y Bruselas que no llega a un acuerdo o en el caso de que el acuerdo sea rechazado por el Parlamento. Las maniobras del Gobierno de Theresa May para que el voto de las cámaras no tenga consecuencias significativas serán debatidas por los diputados esta semana.

Si la Cámara de los Comunes expresase en esas circunstancias el deseo de que el Gobierno convoque un referéndum y este lo acepta, la consecuencia sería una petición de aplazamiento de la fecha de vencimiento de dos años para la negociación, estipulada en el Artículo 50 del Tratado de la UE, sobre la separación de un Estado miembro. El aplazamiento tendría que ser ratificado por unanimidad de los 27. El proceso legislativo y de organización de una nueva consulta llevaría meses, en caso de ser aceptado por la UE.

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