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Mateo Salvini, este sábado durante la manifestación de los partidos populistas de derechas que concurren a las elecciones europeas, en Milán. Reuters
Salvini se corona como líder de la ultraderecha europea

Salvini se corona como líder de la ultraderecha europea

Representantes de 12 formaciones soberanistas se congregan en Milán para presentarse como «la política del sentido común» de cara a las elecciones europeas

Darío Menor

Corresponsal en Roma (Italia)

Sábado, 18 de mayo 2019, 18:37

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Matteo Salvini demostró este sábado en la Plaza del Duomo de Milán quién es el 'macho alfa' de la ultraderecha europea. Los representantes de las formaciones soberanistas de 11 países del Viejo Continente, entre los que se encontraba la francesa Marine Le Pen, líder de Reagrupación Nacional (ex Frente Nacional), compitieron sin bochorno por ver quién le adulaba más en el mitin que el ministro del Interior italiano organizó en la capital lombarda para pedir el voto de cara a las elecciones europeas del próximo fin de semana. Salvini espera que con estos comicios la Liga se convierta en el partido más votado de Italia, lo que es bastante probable, y también de Europa, lo que resulta más complicado, para conseguir así un sustantivo cambio de rumbo en la política de Bruselas.

Despejada con los gestos y los discursos de sus aliados la cuestión del liderazgo, Salvini dedicó su discurso a reforzar sus mensajes de siempre y ajustar cuentas con sus enemigos habituales. También se hartó en hacer referencias a la religión cristiana. Se acordó de los patronos de Europa, citó a San Juan Pablo II e incluso desplegó un rosario al final del mitin para invocar la protección del Inmaculado Corazón de María. Fue un 'totum revolutum' en el que respondió a las continuas llamadas a favor de acoger a los inmigrantes del Papa Francisco pidiendo a sus seguidores que, cuando vayan el domingo a misa, «digan con orgullo que estamos salvando vidas» con la decisión de cerrar los puertos a los indocumentados salvados en el Mediterráneo. «A quien hace política desde el púlpito hay que decirle que debemos ayudarles en África, que no queremos esclavos ni traficantes de seres humanos».

Siguiendo la línea marcada por algunos de los representantes de los otros partidos, que se presentaron como «patriotas», también Salvini trató de poner algunas etiquetas y quitar otras a este movimiento político. «Aquí no está la ultraderecha, sino la política del sentido común. Los extremistas son los que han gobernado Europa durante 20 años. Aquí no hay extremistas, racistas ni fascistas. La diferencia está entre quien mira adelante, habla de futuro y de trabajo, y quien hace procesos al pasado. Tienen miedo del pasado porque no tienen una idea de futuro», dijo en tono machacón el líder de la Liga, que prometió que su primer acto tras las elecciones del día 26 será presentar una Carta de Derechos de los Pueblos Europeos en el Parlamento de Estrasburgo.

El encuentro, en el que faltó el primer ministro húngaro, el ultraderechista Viktor Orbán, sirvió para comprobar el diverso nivel de lenguas de la clase política europea. Hubo quien no se dignó a utilizar otro idioma que no fuera el suyo, como Le Pen; quien habló con fluidez en inglés después de decir unas palabritas en italiano, como la finlandesa Laura Huhtasaari o el estonio Jaak Madison; y hasta quien aseguró exaltado que «nunca había hablado italiano pero hoy iba a hacerlo», como el eslovaco Boris Kollar. Querría que todo el mundo entendiera que en su país «Salvini es uno de los políticos que más gusta porque ha resuelto el problema de los inmigrantes», según dijo.

Le Pen y el neerlandés Geert Wilders, con su habitual aire de aristócrata, completaron la ceremonia de rendición de pleitesía al líder de la Liga abalanzándose sobre él al final de su discurso para hacerse respectivos 'selfies' con los militantes de fondo. Era la demostración final de que Salvini tiene hoy a la ultraderecha europea comiendo de su mano. Quién se lo iba a decir en diciembre de 2013, cuando se hizo con las riendas de la Liga después de que unos meses antes se hubiera quedado en las elecciones legislativas en el 4% de los votos. En las europeas de la semana que viene podría superar el 30%.

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