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Los argentinos celebran el pase a la final.
Romero conduce a Argentina hasta Maracaná
SEMIFINALES

Romero conduce a Argentina hasta Maracaná

El ajedrez destruyó al fútbol en la semifinal del miedo resuelta en los penaltis por el portero que llevó Van Gaal a Europa

Ignacio Tylko

Miércoles, 9 de julio 2014, 00:35

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El fútbol es una pura paradoja. Sergio Romero, el criticado portero de la albiceleste, se convirtió en el héroe que condujo a Argentina a su quinta final mundialista, la primera desde Italia90. Fue un gato que adivinó la intención a Vlaar y Sneijder y decidió un duelo infame. Romero mató a Van Gaal, su mentor en Europa y con el que conquistó la Liga con el AZ.

Argentina está de fiesta pero los sistemas aniquilaron el fútbol y la pizarra destrozó la improvisación en un duelo indigno de una semifinal mundialista, y más en este gran campeonato. Los entrenadores extraen conclusiones y hasta se muestran orgullosos de este tipo de choques marcados por el miedo a perder, pero con estos planteamientos duermen a las ovejas. Argentina y Holanda tiene historia, orgullo, tradición y algunos futbolistas, tampoco muchos, para mostrar algo más. Messi fue como un fantasma que sobrevoló Sao Paulo y Robben ni la sombra de lo que ha sido en este certamen. El mejor, de largo, fue Mascherano, lo que define cómo fue el encuentro.

Como era previsible, nada que ver este duelo cerradísimo entre dos equipos del mismo perfil con la locura vivida en Belo Horizonte. Terror a fallar y nulo deseo de percutir y desequilibrar. Ni una concesión al adversario, ni un balón perdido, ni un riesgo, ni una jugada sin acabar, aunque fuera con un balón a la grada o una falta táctica. Todo con tal de intentar evitar que el apático Messi o Robben desequilibraran en algún contragolpe.

El duelo de Sao Paulo fue una pésima partida de ajedrez. Movimientos de unos y otros, paciencia y cabeza fría en busca de un jaque mate. Van Gaal presentó esa defensa de cinco que tanto se le ha criticado y la sorpresa de De Jong, que experimentó una recuperación milagrosa. El medio de contención del Milan sufrió un problema en la ingle en el duelo de octavos ante México y volvió en tiempo récord.

Todo para enjaular a Messi, desconectado, sometido a una vigilancia estrechísima, casi individual. Las ayudas para frenarle eran colosales. Y como había tres centrales, no había problema en que alguno saliera en cuanto la Pulga recibiera. Bien atrás pero inoperante arriba una Oranje que en todo el primer acto no conectó con Robben y Van Persie, mermado por esos problemas estomacales.

Ni rastro de la Pulga

Argentina dominó más al principio pero sin partirse jamás. Líneas juntas y equipo compacto. Al margen de que Messi no dejara rastro, en parte por ese armazón que le colocaron y también porque el astro rosarino se ha acomodado, la albiceleste tenía un problema. Renunció al costado izquierdo y volcó todo el juego por la derecha. Zabaleta y Enzo Pérez, el sustituto del añorado Di María, intervenían, pero por la izquierda Marcos Rojos no pasaba del centro del campo y Lavezzi no se soltaba. Ni por asomo querían perder de vista a Robben, letal en este Mundial.

Apenas hubo ocasiones en un primer acto horrible, de irse a la cama si no fuera porque lo que había en juego y siempre hay detalles que llaman la atención. Holanda sólo generó alguna inquietud cuando Sneijder golpeaba a balón parado y Argentina avisó dos veces: un saque de esquina rematado en plancha por Garay y un golpe franco que ejecutó Messi desde una posición ideal pero hacia el poste que defendía Cillessen. El portero del Ajax se marcó el lujo del primer tiempo al hacer un recorte a Higuaín que puso un nudo en la garganta de todos los holandeses.

Se cerró el período inicial con dos problemas para los naranjas. Sneijder sufría molestias en su pierna derecha y Martins Indi vio una tarjeta por agarrar a Messi. Una seria amenaza para el central del Feyenoord, lento y con dificultades para girarse. Hizo bien Van Gaal en cambiarlo por Janmaat en el descanso. En los sudamericanos, Mascherano se recuperó del golpetazo que sufrió en la cabeza en un salto con Wijnaldum.

La entrada de Janmaat reubicó al polivalente Kuyt en el carril izquierdo y a Blind de central. Holanda trató de dar un pasito al frente en la segunda parte. De Jong no aguantó más y pronto entró Clasie, que disfrutaba de sus primeros minutos en el Mundial. En casi media hora, sólo reseñar dos choques de Janmaat, uno por abajó en el que golpeó a Biglia, a quien le vendaron el brazo, y otro por arriba en un salto con Rojo que le pudo haber roto el pómulo.

Messi seguía caminando como si la historia no fuera con él y, en cuanto Robben lo intentaba, Mascherano iba raudo a frenarle. Mucho mejor centrocampista que central el Jefecito.

Sabella se decidió a mover piezas importantes cerca del final. Doble cambio. Palacio y Kun, dentro, y Enzo Pérez y el desaparecido Higuaín, fuera. Pero los nuevos no aportaron nada. Noticia: Rojo intenta un disparo desde más de 30 metros y el portero la para en dos tiempos. Pero el que la tuvo fue Robben cuando se llegaba al descuento. Le sobró un toque y cortó in extremis Mascherano, inmenso. Se quedó renqueante el argentino. Ya en la inevitable prórroga, Van Gaal retiró a Van Persie. Krul ya no era el as en la manga para los penaltis. Holanda estaba más fresca, pero la tuvo Palacio, que cabeceó en lugar de dejarla caer cuando estaba solo. Messi intentó por fin profundizar pero su centro lo remató al Maxi. Todos sufrieron un ataque de pánico que les condujo a los penaltis. Al fin tenían que tirar a puerta. Milagro. Y Argentina fue más certera. Luchará por su tercera corona en Maracaná. Ahí es nada.

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