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César Álvarez Linaje, el que fuera propietario de la droguería Linaje, ubicada en la calle Hermanos Felgueroso de Gijón, ha fallecido este sábado a los 88 años.
Heredó el taller de su padre, conocido como 'el manquinín', y siempre ataviado con su 'mandilín' y tras el mostrador del local inundado de un particular olor a pintura que llevaba por nombre su segundo apellido, estuvo César Álvarez más de 50 años.
Linaje pintó una época en Gijón, y es que durante los años 60, 70 y 80, fueron una referencia en este oficio. Pintaron infinidad de pisos, entre ellos gran parte de las 1.500 viviendas en Pumarín; naves; hoteles como El Colombres o el Santo Ángel; barnizaron la plaza de toros de 'El Bibio'; pintaron todas las butacas de 'El Molinón', y dejaron también su huella en casi todos los cines y teatros de la ciudad. El Arango, el Hernán Cortés o el Jovellanos figuran entre ellos. «Estuve semanas subido en andamios dentro del Jovellanos haciendo los estucados y el pan de oro cuando trabajaba para el fundador del taller de pintura conocido como 'el manquinín' porque tenía una mano de plástico negra», recuerda el pintor asturiano Enrique Rodríguez 'Kiker', que trabajó durante años para 'César padre'.
César Álvarez, propietario ya jubilado, repasó en 2012 para EL COMERCIO la evolución de un local que pasó de ser un taller de pintura referente en Gijón a lo que fue después, «una droguería de las de toda la vida que superó las bodas de oro». «Y eso que arrancamos un martes y 13, pero del 62», bromeaba César entonces, que tras su jubilación dejó el local en manos de su yerno Luis, y hace unos años cerró la persiana
Para César el éxito del negocio residía en la especialización y la cuidada atención a sus clientes. «Mucha gente viene con trozos de pared e incluso ventanas para que les hagamos el color con que están pintados. Es posible que en la especialización resida nuestro éxito. Hacemos colores de manera tradicional, nos manchamos las manos; no solo ofrecemos los colores que dan las máquinas de las principales casas de pintura» relataba César, al que le gustaba hablar y aconsejar a sus clientes «sobre qué cosas deben y no deben hacer cuando les vendemos algo, y no tenemos problema alguno en ir a echarles una mano a casa o reconocer que algo no ha salido del todo bien».
La droguería Linaje, que llegó a contar con una cuadrilla de 50 trabajadores, era todo un referente para llevar a cabo reparaciones.
César deja viuda a María Pilar Morán; dos hijos, César Antonio y Beatriz, y un nieto. Sus restos mortales serán incinerados el domingo en el Tanatorio de Cabueñes y el funeral por su descanso eterno se oficiará el lunes a las 18 horas, en la iglesia de San Pedro.
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