Pleamar en San Lorenzo ayer.

Fiesta

Resulta curioso cruzar la avenida de la Costa, siempre en colapso a la altura de Cabrales, y no ver un solo coche hasta donde te ... llega la vista. Un lunes festivo se palpa por la calle. Está todo diferente. Persianas bajadas, gente ociosa y, felizmente, poco tubo de escape. En la Rampla baten las olas con fuerza y el baño sabe a gloria bendita con la temperatura del agua refrescando. Luego toca faenar con un periodista recién llegado de Abu Dabi, y otros más, mientras en el televisor Trump estruja la mano del psicópata que sufrimos. Qué imagen más extraña. Son raros estos días festivos. Hay un silencio agradable, plácido, en el cual se trabaja mejor. La víspera disfrutaste otro silencio, sin currar, tras aparcar el coche en esa planicie elevada que se oculta entre la ría de Villaviciosa y Tazones. Desde Liñeres avanzas por caleyas asfaltadas entre hermosas praderas con sus vacas, sus aromas de cucho, alguna pomarada reventona, un llagar con una inmensa montaña de magalla en danza y paz; una paz celestial, sin ruidos de ciudad, que te acompaña hasta El Catalín, desde donde inicias la bajada al pueblín más gastro de Villaviciosa, donde te sientas como un rey a degustar buen pescado. Qué más se puede pedir. 21 grados, sol, ambiente marinero y, de repente, Marcelino García Toral. Irrumpe por la calle como un flaco duendecillo, de riguroso negro, con las manos en los bolsillos acercándose curioso hacia la bocana del puerto. Se asoma, respira e inicia el retorno. Qué raro nuestro entrenador Champions ahí solo, sin que nadie lo acose. Enseguida se levanta un propio, un señor de cierta edad, lo placa y tras unas efusivas palabras, lo deja suelto. Se va Toral por donde vino y sigues con tu lubina, tu sidra y tu compañía. De vuelta a Gijón, grandes noticias. Ha ganado el Sporting al todopoderoso Racing de José Alberto, a quien nunca habíamos vencido. Buen fario del nuevo míster y buen partido rojiblanco, que ves por la noche en diferido. Así el corazón sufre menos. Bien Justin Smith. Buen refresco para el centro del campo. Excelente Yáñez. Y comprometidos los demás.

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En Abu Dabi había estos días 35 grados. Aquí estamos felices con 21. ¡Un 13 de octubre! Ya lo dice siempre Janel: «Esto es el paraíso». Al hijo de un amigo acaban de tentarle con un trabajo muy bien pagado precisamente en Emiratos. Él teletrabaja mientras contempla el Muro desde su piso. No lo dudó un instante. Se quedó. Este cilúrnigo tendría gran gusto en recibir un ofertón de un secarral semejante. Acompañarías la respuesta con una foto del oleaje rompiendo en San Lorenzo.

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