Una huelga necesaria

En un intento desesperado, Barbón hizo lo imposible para vender la idea de que los docentes protestaban por una medida que solo buscaba facilitar la conciliación familiar. Un truco burdo, destinado a deslegitimar la protesta, que solo alguien totalmente desconectado de la realidad pudo llegar a pensar que iba a funcionar.

Porque para llegar a una huelga histórica como esta, con miles de camisetas negras recorriendo las calles de Asturias, no basta con un descontento puntual. Lo vivido esta semana fue la respuesta de miles de docentes tras años de abandono, de promesas vacías y de una gestión que ignora los problemas, estructurales, de nuestro sistema educativo. Una huelga masiva, transversal, respaldada por unas familias que son conscientes de que lo que está en juego es el futuro de la educación pública asturiana.

La lamentable gestión de Barbón solo es comparable a su bochornosa actitud en el Pleno de la Junta General, desautorizando públicamente y sin ninguna elegancia a su Consejera de Educación, Lydia Espina, diciendo lo contrario a lo que antes le había hecho afirmar Un gesto que, además de torpe, es tremendamente desleal.

Las reivindicaciones del profesorado no son ideológicas ni imposibles. Exigen condiciones laborales dignas, ratios razonables, medios para garantizar una adecuada atención a la diversidad y tiempo para enseñar. Lo básico. Pero el Gobierno de Barbón responde con propaganda, negación y migajas. La huelga está siendo un rotundo éxito. Y ese éxito contrasta con el fracaso de un Presidente que ha perdido definitivamente el contacto con la realidad.