No alimenten al monstruo
Cuando algunos partidos necesiten, de nuevo, a un enemigo que genere turbación, incluso miedo, será a Vox a quien recurran. Y convendría recordar que, a lo largo de la historia, los monstruos suelen devorar a sus forjadores
Vox no era nadie, más allá de un partido anecdótico. Hasta que la izquierda quiso que lo fuera.
Cada día escuchamos, vemos o leemos declaraciones ... de distintos miembros o simpatizantes de este partido ultraderechista que nos dejan atónitos. Manifestaciones en las que uno no sabe si se ha abierto un agujero de gusano y a través de él nos hemos trasladado al pasado sin darnos cuenta, o es que nunca salimos de ese ayer. Gran cantidad de esas proclamas y deposiciones, más antiguas que la propia vejez, no deberían sorprendernos. No tanto, pero lo hacen porque hemos decidido escucharles; darles importancia; tenerles en cuenta y otorgarles trascendencia. Hemos decidido, en definitiva, que su opinión sobre las cosas -las que sean, importantes o no-, al margen de lo disparatada, absurda, ridícula, grotesca, inverosímil o irrealizable que esta pueda ser, es significativa. Y esto es, sin duda, un problema.
Cuando decidimos dar categoría de interlocutor válido a quienes se dedican a decir barbaridades de continuo para provocar (a sabiendas, puesto que, a tenor de sus comportamientos, así juzgo su principal objetivo), estamos generando un problema de difícil resolución, por lo menos, a corto plazo. Soy partidaria, como dice el refrán, de no hacer aprecio. Si de algo no se habla, no existe. Si no hablamos de los disparates que a algunos se les ocurren, se convierten en nada. No obstante, lo justo sería decir que esto que propongo no estoy segura de que en la actualidad funcionase porque ahora, hoy, la ultraderecha ha adquirido un estatus mayor y silenciarla resultaría quimérico. Pero ese estatus, y es ahí donde regresamos a la frase inicial de este artículo, en gran parte, se lo ha otorgado la izquierda.
Soy partidaria, como dice el refrán, de no hacer aprecio. Si de algo no se habla, no existeVox se dejó usar encantado. Nunca le habían hecho una campaña tan buena
En sucesivas elecciones hemos asistido a una guerra entre las izquierdas -ahora conforman gobierno, pero no hay que olvidar que durante los comicios eran poco menos que antagonistas-, necesitadas ambas de la creación de un enemigo mayor que los contrincantes típicos. Es decir, un oponente que movilizara al electorado. Una némesis que estuviera a la altura. Ya no les servía el Partido Popular que, después de su caída en la moción de censura no era relevante, y Ciudadanos, tampoco. Así las cosas, utilizaron a Vox.
Hay que precisar, por supuesto, que Vox se dejó usar encantado. Nunca le habían hecho una campaña tan buena. Vox ganó, las izquierdas, sobre todo la socialista, ganaron y solo los otros dos partidos de derechas, sobrepasados por las circunstancias, perdieron. El miedo lanzado tenazmente a la población sobre la ultraderecha bebe de una realidad vista en otros países, pero crece cada vez que la izquierda necesita alzarse.
¿Y por qué les hablo hoy de esto, si fue hace unos años cuando ocurrió? Porque escucho los tambores electorales de nuevo; porque la alimentación del monstruo ultraderechista ha creado otros, ajenos a la política y de, en muchos casos, imposible gobernabilidad; y porque ahora que la pandemia, a pesar de no estar superada, ya no sirve a algunos de nuestros políticos como excusa para gobernar, se tenderá a repetir lo que un día funcionó. Eso, me temo, generará que la ultraderecha crezca aún más, sobre todo si tenemos en cuenta que la derecha moderada casi ha desaparecido y que el modelo Ayuso (derecha populista máxima, caiga quien caiga) está devorando al resto. Cuando algunos partidos necesiten, de nuevo, un enemigo, un adversario que genere turbación e incluso miedo, recuerden que será a Vox a quien recurran. Alimentarán al monstruo sin importar las consecuencias que esa alimentación tenga sobre los ciudadanos. Si bien, convendría recordar que, a lo largo de la historia, los monstruos suelen devorar a sus forjadores.
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