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La engarrada estos días de atrás entre el ministro Óscar Puente y el ingeniero Pablo Cristobo en 'X' sobrepasa el episodio anecdótico. Puso de manifiesto ... dos realidades absolutas. El joven gijonés, que además trabaja en el sector del negocio ferroviario, no hizo más que reflejar en su comentario el hastío ciudadano con el cuento sinfín del plan de vías de Gijón. «Todos somos Cristobo» podría ser muy justificadamente el nuevo lema movilizador por la estación de trenes, pero la desesperanza es tal que tengo la impresión de que ya están quebradas las fuerzas de la algarabía. El ingeniero expresó lo que en Gijón padecemos: un tendejón para recibir al AVE, un túnel con telarañas atravesando la urbe y un apeadero de autobuses vergonzoso para la mayor ciudad de Asturias, la decimosexta de España en población.
Pero lo más preocupante de todo ha sido la reacción del ministro después de posar henchido ante el boceto espectacular de la intermodal de Valladolid con el anuncio de que se licitará la obra en octubre de este año. Un proyecto arquitectónico, por cierto, del que cualquiera podría presumir. No es de extrañar, por lo tanto, esa demostración de orgullo por parte del exalcalde pucelano. El señor Puente dejó claro que la futura estación gijonesa no está en el mismo orden de preferencias. No es una estación pasante ni tiene el número de viajeros que concentra la capital castellanoleonesa. Por esa misma razón, la de Oviedo podría ir por delante.
En la relación del Ministerio con Asturias hay algo que chirría, pero que no se acaba de despejar. Estamos empantanados en todas sus actuaciones. Da la impresión de que, después de la «inyección de autoestima», como bien definió el propio Óscar Puente en un magnífico artículo que publicó en este periódico el pasado mes de noviembre, al cumplirse un año de la apertura de la variante de Pajares, alguien en Madrid decidiera trazar una raya. Con la multimillonaria inversión para que el AVE cruzara la cordillera, esta región, se entiende en los despachos, se sale de las tablas 'input-output'. No en vano, todas las autonomías tienen reclamaciones históricas. Podría ser una explicación a la inexplicable dilación de prácticamente todos los compromisos que en materia de infraestructuras tiene la Administración central con Asturias. Las mejoras ferroviarias de Lena a Gijón, los trenes de cercanías, el plan de vías, el metrotrén a Cabueñes, los accesos a El Musel y ahora, tema fresco de esta última semana, el desdoblamiento del tramo Lloreda-Veriña.
La prioridad está en otro lado. El pasado lunes, el secretario de Estado del Ministerio de Transportes, José Antonio Santano, sellaba con la Generalitat la constitución de la empresa Rodalies de Catalunya, que gestionará el servicio de trenes en esta comunidad con la participación mayoritaria del gobierno catalán. En la reunión de la comisión bilateral de infraestructuras también se acordó el inicio del proceso de traspaso de vías, con su correspondiente valoración de costes, y un nuevo plan ferroviario para el periodo 2026-2030, que incluye las estaciones intermodales de Tarragona, Mataró y Martorell, la remodelación de la playa de vías en Hospitalet de Llobregat, reformas de estaciones, duplicaciones viarias, más de un centenar de nuevos trenes… Y el compromiso de desarrollar la variante de Figueras. En el capítulo de carreteras, el pacto recoge destinar cerca de 400 millones de euros a la pacificación de la Nacional II en la comarca del Maresme, por la que transitan 30.000 vehículos diarios. La inversión supera a la suma de la que se tenía prevista en el vial de Jove y a la que se reserva para la autovía de la GJ-10.
El Gobierno central no deja de estar atrapado por la insaciabilidad de Cataluña. Tras las concesiones en infraestructuras tiene agendadas otras dos comisiones bilaterales que son producto de los acuerdos para la investidura de Sánchez como presidente del Ejecutivo y de Salvador Illa al frente de la Generalitat. Mañana será la de transferencias y el último día de este mes, la de asuntos económicos y fiscales, con la condonación de la deuda y la financiación singular como temas centrales.
El debate, adormecido en los últimos meses, sobre la reforma financiera de las comunidades autónomas volverá a surgir con más fuerza si cabe, pero los independentistas tienen de nuevo la sartén por el mango. España necesita otros presupuestos para atender los compromisos que surgen ante la crisis geopolítica y el nuevo escenario al que se enfrenta Europa en materia de defensa territorial y económica. Sin unas nuevas cuentas, será difícil cumplir con los recursos que se van a tener que dedicar a esos menesteres. El Ministerio más inversor lleva camino de verse severamente afectado. La ubre no va a dar para todo. Si hay que ajustar en carreteras y trenes, ¿por dónde empezamos?
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