El ejemplo está en el cielo
Si el AVE, pendiente de su liberalización, permitió coser mejor Asturias al ombligo del país en Madrid, el avión, liberado, lo está haciendo con el resto de España y del mundo
Es impepinable que la apertura de la variante de Pajares supuso una revolución en la historia de las comunicaciones de Asturias, pero es una revolución ... inacabada. Digamos que se produjo solo una primera fase de la gran transformación en la conexión ferroviaria con Madrid, dejando aparte los avatares del servicio, que son implícitos al funcionamiento a menudo desesperante de los trenes en este país. Hay otras dos fases pendientes y decisivas para que algún día se pueda decir, sin riesgo alguno de desmentido, que estamos enganchados totalmente, de cabo a rabo, a la alta velocidad. Una es la finalización de la infraestructura viaria en la parte leonesa y su extensión desde Lena hasta Gijón. Si obedeciéramos como es debido las directrices comunitarias, el traqueteo a sesenta entre la villa de Jovellanos y Campomanes debería de desaparecer en el 2030, aunque ¡cuánta ingenuidad hay en los calendarios!
Y la otra fase, que puede ser también la segunda, la tercera o con un plazo más largo, depende de las circunstancias, es la liberalización del negocio, que en virtud del cronograma que estaba previsto cuando saludamos la llegada del AVE hace un año, se iba a iniciar en este mismo mes. Ni se ha abierto aún oficialmente el proceso, ni se producen las condiciones adecuadas para que los operadores privados entren con sus convoyes en Asturias de la noche a la mañana. De momento, tampoco hay material rodante disponible para las características del corredor, los dos anchos de vía, que solo beneficia a Renfe y únicamente fabrica Talgo, con la producción saturada.
En los primeros días de junio, una delegación de la francesa Ouigo mantendrá encuentros con autoridades regionales y locales para ir abriendo boca, expresando la intención de extender su oferta al Principado. Igual propósito tiene la italiana Iryo y la firma española Eco Rail, aliada con ALSA, pero se puede augurar que la apertura a la competencia se dilatará el tiempo que necesite la compañía pública para ajustar velocidades, reducir la duración del viaje, aumentar frecuencias, darle protagonismo a Avlo y copar la parrilla. Habrá un momento en que toque techo el número de usuarios. El reparto del pastel será en función del precio. Pongamos que sea a partir del próximo año y para entonces el monopolio posiblemente esté más preparado.
La revolución ferroviaria influyó en la aérea, que emprende igualmente una nueva etapa tan exitosa o más que la del tren. La conexión por cielo con Barajas está sufriendo el 'efecto Pajares', aunque menos de lo que se pronosticaba. Por el contrario, la actividad en Santiago del Monte se ha disparado por la diversificación de destinos con una gestión realmente destacable.
Si el AVE permitió coser mejor Asturias al ombligo del país, el avión lo está haciendo con el resto de España y el mundo. Y aquí sí que ha funcionado la liberalización del mercado de las aerolíneas. El monopolio sigue conservando el enlace con Madrid, pero el aeropuerto asturiano tiene ahora más operaciones con otras terminales nacionales y extranjeras que con la misma capital. La internacionalización de Asturias transita por la infraestructura del cielo.
El crecimiento del aeropuerto está siendo espectacular. El año pasado, de las 51 bases repartidas por todas las comunidades autónomas, casi tantas como provincias, la terminal asturiana se colocó en número de usuarios en el puesto diecisiete. Experimentó el mayor aumento porcentual de viajeros de la península, más de un 30 por ciento de subida, y se consolidó como el tercer enclave del Norte de España después de Bilbao y Santiago de Compostela, con cerca de los dos millones de pasajeros. Y una de las claves de ese fuerte tirón fue motivo de celebración esta última semana con el décimo aniversario de Volotea en Asturias. En el aeropuerto asturiano tienen actividad estable siete operadores. Uno de cada tres usuarios son aportados por la citada aerolínea, que en todo este tiempo de presencia aquí ha demostrado su confianza en la región con tres hechos muy significativo: el establecimiento de su base cabecera en la terminal asturiana, la apertura permanente de nuevas rutas y el traslado del domicilio social en Barcelona al Principado, huyendo del procés en octubre de 2017. Empresas así, con agallas, decisión y capacidad de emprender, son las que requieren apoyo y ánimo en el camino hacia la prosperidad.
Es difícil determinar ahora dónde está realmente el límite de crecimiento de la terminal asturiana. La oferta va ligada sin duda a las perspectivas económicas, al empuje empresarial y a la transformación de la región como potencia turística. Hay quien vaticina que, en este último capítulo, con los ritmos de incremento actuales, podemos tocar techo en cinco años si queremos evitar la saturación que conlleva como riesgo esta actividad, incluyendo la ansiada desestacionalización. De momento, la proyección es continuar abriendo conexiones, elevando la competencia en precios y destinos. El gestor aeroportuario está acometiendo un programa de reformas para adaptarse a las circunstancias. Pero si se sigue avanzando como se ha conseguido en la última década, quizás se debería de plantear la oportunidad de otra ampliación. El Gobierno regional lo ha puesto en el tapete. No parece una desmesura.
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