El espejo de Marqués
Al presidente Barbón la confrontación como táctica seguramente le saldrá más rentable que asumir los dictados de un gobierno central en proceso de desgaste, que está demostrando su desamor a Asturias
Resultó conmovedor e interesante el tributo que se le hizo al expresidente Sergio Marqués con la inauguración de la calle que lleva su nombre ... en Cimavilla. En el homenaje participó un presidente socialista y una alcaldesa de Foro, los dos de partidos distintos al que fuera militante el recordado servidor público gijonés, que convirtieron el acto en una apología de la dignidad política y del consenso. Las intervenciones sobre la figura de Marqués de Carmen Moriyón y de Adrián Barbón fueron sentidas y apropiadas. Ambas permanecen plasmadas en las páginas de este periódico para su consulta en la hemeroteca. Ya saben aquello de que las palabras si no quedan escritas al final se las acaba llevando el viento.
Y fueron muy oportunas, sobre todo, las del jefe del gobierno asturiano. Hasta se puede llegar a pensar que tal parece que Barbón construyó su discurso mirándose al espejo, dadas las circunstancias en las que se encuentra esta región y la respuesta que requieren los problemas de Asturias.
Reproduzco solo una pequeña parte por el valor que cobra en los tiempos actuales: «Si su recuerdo ha sido capaz de citarnos y unirnos, tomemos alguna lección. Sepamos, como supo hacerlo él, anteponer los intereses de Asturias y la dignidad institucional a cualquier otra consideración. Para repetir argumentarios o memorizar lemas y consignas que vienen de algún teléfono de Madrid, vale muchísima gente. Para jugar al oportunismo, también. Pero para poder presumir de haber defendido Asturias y sus instituciones con todo el orgullo, sirven muchos menos. Solo sirven personas con coraje y liderazgo, como el presidente Sergio Marqués».
La reflexión de Barbón se produce en un contexto regional y en una ciudad donde esos intereses requieren la defensa con uñas y dientes. El dirigente del PSOE asturiano y mandatario autonómico ha dado un giro en su relación con el Gobierno de Pedro Sánchez que puede ser más profundo que el del 'affaire' de la autopista del Huerna. A año y medio de situarse a las puertas de las elecciones, la confrontación como táctica puede resultarle indudablemente más rentable que seguir asumiendo los dictados de un ejecutivo desgastado, que solo le salva las encuestas del CIS a la carta. Su presencia física y la de su gobierno en la movilización del 17-O por la eliminación del peaje marca un antes y un después en el partido socialista en Asturias. O así debería de ser.
Hablando de preservar los intereses de la comunidad, seguramente recibe mejor valoración por la mayoría ciudadana la posición sobre la tasa ilegal de la autopista asturleonesa que la que mantiene acerca la quita de la deuda en comparación con el trato dado a Cataluña. El desencuentro tendría que ser extensible a todo aquello que implique falta de respeto, abandono y discriminación. El asunto de la financiación también conlleva de partida el agravio, que se transforma en mayúsculo si se añade lo extrafinanciero.
Con el conflicto abierto por la ilegalidad del peaje y la impresentable situación de los accesos por carretera y tren a Gijón (ronda de El Musel y plan de vías de la ciudad), el gobierno de Barbón recibió el reproche de la oposición y de la propia alcaldesa por la falta de interlocución en Madrid.
El principal problema, sin embargo, no se trata de que haya una carencia en la interlocución. El primer eslabón de la cadena está cerca, en la sede de la delegación de la plaza de España en Oviedo con Adriana Lastra al frente, a la que también le compete la intermediación. En la confrontación no cabe la apariencia. En política, no hay disfraz que pueda ocultar durante largo tiempo el amor donde lo hay, ni fingirlo donde no lo hay. Al descubrirlo acaba en castigo.
El problema es el desamor hacia esta región. Asturias no es prioritaria. Después de abrir la variante de Pajares nos han puesto a secar. La rentabilidad per cápita no existe. Y partiendo de esa realidad, asumiendo que nos enfrentamos a una dificultad mayor que una montaña, la única opción es no cejar en seguir abanderando la unidad para hacer valer el interés general de los asturianos ante la Administración central. Volver a llevar todas esas necesidades a los programas electorales tendría que ser considerado, una vez más, la prueba del fracaso.
Post data: Junto al recuerdo a Sergio Marqués, en medio de la fatal polarización, el antiguo Instituto Jovellanos alberga una adecuada exposición que trae a la luz la figura de otro político gijonés igualmente ejemplar para el momento convulso en que vivimos. Melquiades Álvarez, que acabó siendo víctima de la sinrazón en la época tenebrosa de los años treinta, defendió las libertades públicas, el estado de derecho, la justicia social y la igualdad con su convicción republicana y reformista en favor de la democracia liberal. Se enfrentó a los extremismos desde el centro moderado proclamando entonces en los estrados los principios y valores que hoy afortunadamente llevamos en la Constitución. Y lo pagó caro. Melquiades forma parte también de la memoria. No podemos regresar a aquellos tiempos oscuros.
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