Daniel Castaño
Viento de nordeste

Obras y funcionarios

El Principado y los grandes ayuntamientos ya tienen perfilados sus presupuestos para el año preelectoral. Expansivos en todos los casos, sin alivio fiscal y cuadrados con la recaudación que se espera por la bonanza de una economía, que se puede frenar ante la incertidumbre electoral

Domingo, 7 de diciembre 2025, 01:00

El Principado y los principales ayuntamientos asturianos, que son propiamente motores de la actividad socioeconómica en la región, ya tienen prácticamente allanado el terreno para ... afrontar el próximo con unos presupuestos renovados. En todos los casos que hemos ido viendo son las mayores cuentas de la historia, aunque preocupante sería que no lo fueran ejercicio tras ejercicio, con récord en la previsión recaudatoria y en gran parte del destino del dinero.

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Como norma general no se incrementa la fiscalidad, se congela o se actualiza alguna tasa en función del índice de subida de precios, pero tampoco ningún gravamen se baja de forma llamativa. No hay alivio alguno en este aspecto que permita pronosticar que esta comunidad dejará de estar a la cabeza de la presión impositiva en España. Habrá que seguir dedicando el sueldo de más de medio año a pagar los impuestos vengan de donde vengan.

En el ámbito autonómico, la 'vía fiscal asturiana' del Principado añade, sobre el papel, una mayor presión a las rentas altas y a los grandes tenedores de pisos. Así que poco compromiso se les podrá pedir a quienes tienen capacidad de decisión para generar más riqueza o ayudar al grave problema de la falta de vivienda si, a cambio, les sigues invitando a la deslocalización por razón de impuestos. Sobre este asunto, abriendo un paréntesis, es llamativo que el partido socialista haya puesto esta materia, la de la política de la vivienda, en manos de su socio de gobierno cuando se trata de la carencia socialmente más gravosa que padecemos.

Es un tema de estado, de región y de municipio, que incumbe de una forma u otra a toda la sociedad. Y sin embargo no hemos visto aún un plan integral en toda regla pactado en una mesa entre el Principado, que tiene las competencias de regulación, los ayuntamientos asturianos, que mandan sobre el suelo, y los constructores, que son los que levantan los pisos sean de compra o de alquiler, para darle una salida. Lo que está sucediendo hasta ahora es picar de flor en flor. Es decir, vamos a alquilar viviendas a precio asequible, a ver si aparecen. O vamos a construir casas de protección, no sabemos cómo ni en qué lugar. Se apela constantemente a la colaboración público-privada, pero primero decidimos lo público y luego se lo contamos a los privados.

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Siguiendo con los presupuestos hay otro calificativo que se viene usando año tras año para definir su alcance. Todos ellos son expansivos, pero esa característica es distinta en función de su autoría. La manera de abordar 2026, como antesala de las próximas elecciones, es diferente en virtud de cada una de las administraciones. Un ejemplo claro lo encontramos en la comparativa de las cuentas de los municipios y de la autonomía, donde en esta última poco ha cambiado en la presente legislatura. Los alcaldes se centran en las obras. El Principado, en la nómina de los funcionarios, en el llamado gasto corriente, que acaba incluyendo también el social.

Por ejemplo, en el Ayuntamiento de Gijón se dedica más que nunca a la inversión. El 15% del presupuesto consolidado, cerca de 64 millones de euros, tienen ese destino, en el que figuran los proyectos estrella del tercer mandato de Carmen Moriyón, que va derecha a intentar repetir como alcaldesa en 2027. El año preelectoral en la ciudad se asienta en el funcionamiento de las máquinas para abrir nuevos espacios públicos al vecindario, que son semilleros de votos. En el Gobierno asturiano, la expansividad presupuestaria lleva otroº camino. El 35% de la cuenta total está devorada por los sueldos. Casi 2.500 millones se reservan para ese menester. El incremento a retribuciones del personal se cifra en 124 millones de euros en un año. Ahí se encuadra el pacto de la educación, el alza de los salarios que acaba de firmar recientemente el Ejecutivo de Sánchez y, sobre todo, el incremento de la plantilla de empleados públicos de la Administración autonómica asturiana. El Principado se ha convertido en el mayor generador de empleo propio de Asturias desde la pandemia, con cerca de 6.000 asalariados más en seis años. A razón del millar por ejercicio. La única justificación para hinchar de esa manera el funcionariado es su traducción inmediata en una mayor calidad de los servicios públicos. Habrá que ver qué efecto tiene el mastodóntico aparato en los próximos doce meses para poder valorarlo.

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Las cuentas del próximo año, sean locales o regionales, quedan saldadas en el papel por unas previsiones halagüeñas en materia de ingresos tributarios, que van directamente vinculados al pronóstico sobre la evolución de la economía. Los presupuestos municipales y autonómicos crecen básicamente por la contrapartida que se aguarda de la imposición directa e indirecta con cargo a los ciudadanos. En el caso de Asturias, el Gobierno de Barbón confía en recaudar casi 300 millones de euros más por ambas vías, doscientos de ellos procedentes de un esperado incremento del consumo interno. La economía lo aguanta todo cuando el viento sopla de popa. A ella se agarra Pedro Sánchez cual flotador para evitar su hundimiento. Pero hay quien vislumbra ya que esto se frena, pendiente de que se resuelva la incertidumbre de las elecciones.

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