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Desde que se produjo la pugna por la presidencia en la patronal asturiana, destacados empresarios de la región vienen comentando en privado la lamentable imagen ... ofrecida en el proceso electoral de Fade vivido en el mes de abril. Fue una contienda en la que se emuló, de forma inédita en el empresariado, lo que vemos todos los días en el mundo de la política, las embestidas encaminadas a destruir al adversario, con prácticas escasamente ejemplares que enrarecen el debate hasta arruinarlo. La federación empresarial estuvo sometida a la campaña más dura de cuantas se recuerdan en la historia de la patronal, pero lejos de considerar que, una vez celebrada la elección, la confrontación quedaría resuelta, la realidad pone de manifiesto justo lo contrario. La brasa sigue viva.
La fuerza opositora se concentró en la Cámara de Comercio de Oviedo, donde sus máximos representantes lideraron la corriente crítica con la presidenta de Fade, que ya se había empezado a articular durante el mandato de su antecesor en el cargo, Belarmino Feito. El resultado de los comicios fue favorable a la empresaria de la construcción María Calvo después de que se intentara desacreditar la competición comparándola con la de un derbi del fútbol asturiano, la pugna entre Gijón y Oviedo por las riendas de la patronal. El símil, es verdad, tenía una buena parte de cierto, pues no en vano también se producía de fondo una afrenta entre las dos entidades camerales, con la de Avilés más de testigo, que se han venido mirando de reojo desde que se desarmó el proyecto de unificación por razones de desconfianza ante un planteamiento que en la villa de Jovellanos se entendió como una caciplada.
En la derrota tampoco hubo un comportamiento deportivo. Es más, el resquemor continúa siendo agudo como se puso de manifiesto desde entonces, en perjuicio de la unidad que requiere el empresariado en Asturias para hacer frente a los desafíos, cada vez mayores, que tiene por delante esta región. El enredo, desagradable incluso para sus protagonistas, ha tenido un nuevo exponente estos días.
El 12 de mayo, la presidenta reelegida, en el ánimo de reforzar la coordinación entre las instituciones empresariales, propuso por email una reunión con las tres entidades camerales para el pasado día 23 si encajaba bien en la agenda de todas las partes. No obtuvo contestación de Oviedo, solo de Gijón y Avilés, donde este último representante expresaba que ya tenía ocupada esa fecha. La dirigente de Fade, en otro nuevo correo fechado el 16 de mayo, propuso entonces que el encuentro se celebrase el lunes 26, y los presidentes camerales aceptaron la invitación, salvo el de la capital, que tampoco respondió.
El sábado, a media tarde, la Cámara de Oviedo, hizo público un comunicado para mostrar su preocupación por la crisis de las ingenierías, expresar el trabajo que la entidad desarrolla junto con la Consejería de Ciencia y la agencia Sekuens en busca de medidas para sostener el tejido industrial asturiano y exigir a la SEPI una implicación decidida en el rescate de las empresas asturianas que dependen de la sociedad estatal, incluida Hunosa. «Reivindicamos nuestro papel como institución regional, generadora de soluciones y profundamente comprometida con el porvenir de Asturias», decía en el escrito. La proclama, lanzada dos días antes de la reunión, conllevó un nuevo golpe a la acción conjunta del empresariado.
El lunes, sin presencia de representación ovetense alguna «por razones profesionales», Fade y las cámaras que presiden Félix Baragaño y Daniel González, acordaron responder a las inquietudes del mundo empresarial asturiano con un «mensaje y una estrategia conjunta y coordinada». Las dos primeras líneas de trabajo que anunciaron serían la defensa de la figura y del prestigio del empresario y el impulso al crecimiento de las compañías. Con posterioridad, la patronal daba el pistoletazo a la creación de una nueva mesa de la industria para actuar como interlocutora permanente con el Principado, después de un encuentro con el flamante viceonsejero del ramo, Juan Carlos Campo.
La consolidación de la industria es el mayor problema que tiene Asturias. El sector se debate entre su transformación y el desmantelamiento. No se atisban en el horizonte medidas eficaces que favorezcan su reconversión, permitan incrementar la competitividad, ganar tamaño o impedir su deslocalización y desaparición. La reivindicación de infraestructuras energéticas que respalden a la industria debería ser un clamor en la calle. Que se estén rechazando proyectos por no existir red eléctrica suficiente donde enchufar es de juzgado de guardia. Que la ZALIA, a la que fiamos todos los días el despegue de Asturias, no tenga aún subestación que la alimente es una auténtica barbaridad. El futuro que nos dibujan es solo un juego de ilusionismo. Y en ese escenario, que los actores de la representación empresarial vayan haciendo la guerra por su cuenta, sin guion previo acordado y ahondando en la división, puede conducir más al desastre. Se tiene que recapacitar, reforzar la unidad de acción y dejar las batallitas para quienes no tienen otro objetivo en común que caer en el desprestigio.
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