Biden, Trump y el populismo

Las diferencias de criterio entre ambos presidentes son un claro ejemplo de cómo dos formas distintas de gobernar pueden mejorar o empeorar un país o, esto no es broma, salvar o matar vidas

Viernes, 21 de mayo 2021, 01:53

Un sorteo de un millón de dólares o el regalo de una hamburguesa con patatas, cervezas, donuts o entradas para el béisbol. Estas son solo ... algunas de las múltiples iniciativas que se les han ocurrido a los dirigentes estadounidenses para convencer a la población todavía no vacunada para que lo hagan. Y es que hay quien continúa pensando que el virus es una farsa, algo inventado por no sé sabe muy bien quién con el objetivo de... Tampoco se tiene claro el objetivo. No obstante, esto del negacionismo ya sabemos que no es cosa solo de norteamericanos. Nosotros también tenemos nuestra buena dosis de originales ejemplos. Elijan el que más les guste.

Publicidad

Así las cosas, en Estados Unidos regalan vacunas y el presidente Biden ya se ha quitado la mascarilla en una rueda de prensa como símbolo, mensaje tal vez, de recuperación y libertad. Si estás vacunado con la pauta completa, solo la debes llevar en medios de transporte, centros sanitarios y penitenciarios, residencias de mayores o de personas con discapacidad y albergues para personas sin hogar. Una medida que, yo admito, me da muchísima envidia. ¿Cuánto hace que no pasean por su ciudad o su pueblo sin mascarilla? Oler, sentir, respirar... Ver las caras de otros y que vean la tuya, cómo eres en realidad. Hay personas que no sé cómo son de verdad porque solo las conozco con mascarilla y no tienen redes sociales en las que ver su auténtico aspecto. Incluso dar dos besos, algo que antes no me gustaba demasiado, ahora, ya ven, lo echo de menos.

Y al mirar esa rueda de prensa, al contemplar las ocurrencias para vacunar, la mejora de la economía del país al recuperar cierta normalidad, pienso en cómo debe de estar llevando todo esto Trump. Aunque igual no lo lleva ni bien ni mal, porque no me parece muy dado él a interpretar, analizar y reflexionar sobre la actualidad con serenidad y rigor. Si bien aunque Trump esté a lo suyo, a sus negocios y al golf y a intentar volver a presentarse en las próximas elecciones, allá en 2024, el partido republicano al que representa sí que lo tiene que estar viendo con claridad. Trump iba a convertir a América en grande de nuevo, pero quien lo está llevando a cabo es Biden. ¿Cómo? Justo haciendo lo contrario de lo que el expresidente anaranjado gritaba, prometía y obraba. Si Trump hubiera continuado en el poder, es de suponer que ahora no regalaría hamburguesas para vacunarse porque quizá seguiría con la matraca de que esto del virus no es tan importante.

Estas diferencias de criterios, más allá de la cantidad de chistes que se nos pueden ocurrir con las iniciativas norteamericanas para vacunarse, o de los memes con un antiguo Trump enfadado, son un claro ejemplo de cómo dos formas distintas de gobernar pueden mejorar o empeorar un país o, y esto no es cosa de broma, salvar o matar vidas. Lo que ha sucedido en Estados Unidos es el mejor ejemplo de que la política, a pesar de que cada día se nos antoje más despegada de la realidad, más ajena, es muy importante y puede marcar la diferencia entre un país próspero y uno ruinoso. Las consignas de grandeza, por más que se griten a diestro y siniestro, si están vacías no sirven más que para generar mentes vacías que, a la larga, originan neveras vacías para una gran mayoría. Debería servirnos para aprender que los mensajes populistas, hueros y simples, esos que últimamente están tan de moda, no engrandan ni vidas ni países, sino el poder y el bolsillo de unos pocos.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

1 año por solo 16€

Publicidad