Buenas y malas noticias
PLAZA MAYOR ·
Es una buena noticia que el campus de Gijón se constituya en sede de uno los nueve vicerrectorados, nueve, de la Universidad de Oviedo, el ... de Sostenibilidad, Movilidad y Medio Ambiente, larguísimo nombre, en la misma línea que la modernidad ha impuesto para denominar a los órganos de la Administración Pública: Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Consejería de Administración Autonómica, Medio Ambiente y Cambio Climático...
Ojalá resulte proporcional a la longitud de su nombre la permanencia, y la actividad eficaz, de ese vicerrectorado en Gijón y no sea ave de paso, porque en ese caso se sumaría a la relación de desencuentros entre el alma mater ovetense y la principal población de Asturias, víctima de la histórica hostilidad de los poderes fácticos capitalinos a que en esta villa se impartieran enseñanzas del máximo nivel universitario.
Además de padecer el episodio de ida y vuelta de la División de Filosofía y Ciencias de la Educación, que por el impulso del fallecido Gustavo Bueno y orden ministerial de diciembre de 1976 se estableció en Gijón, y por otra norma del mismo rango legal, de noviembre de 1978, retornaba a Oviedo, costó muchos esfuerzos y hubo que superar enormes dificultades para que, por decreto de octubre de 1973, se creara aquí, y no funcionara jamás, un colegio universitario -modelo de establecimiento docente en el que solo se impartía el primer ciclo de la carrera- que otro decreto, de junio de 1975, lo suprimía a la vez que creaba la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales, embrión de la actual Escuela Politécnica y del campus gijonés.
Con estos antecedentes, el paso dado por el rector, al domiciliar un vicerrectorado en Gijón, no puede quedar en un simple gesto, tiene que plasmarse en avances apreciables en el desarrollo y evolución de esa parte muy importante de la Universidad asturiana radicada en territorio gijonés, con excelentes dotaciones materiales encuadradas en un espléndido medio natural, y que desde sus orígenes cuenta con el apoyo municipal, no siempre correspondido. De hecho, el Ayuntamiento fue ariete principal en el derribo de los obstáculos alzados a la creación del campus de Gijón, que no está, hay que puntualizarlo una vez más, «en una amplia zona verde del barrio de Viesques», como consta en la página web de la Universidad de Oviedo. En Viesques no hay ni un centímetro cuadrado del campus, asentado como se halla en terrenos de Bernueces, Cabueñes y Somió. La nueva vicerrectora con oficina en Gijón, Sandra Velarde, podría estrenarse con la corrección de ese dato, que no es una menudencia, porque el error revela desconocimiento y, por ello, un irritante déficit de vinculación con el territorio que debe ser subsanado.
No hay solo buenas noticias, sin embargo. Es muy mala noticia el augurio pesimista de la patronal de la construcción sobre las obras de reforma y ampliación del Hospital de Cabueñes, porque entiende que el presupuesto autorizado para la primera fase del proyecto, 45 millones de euros, en números redondos, IVA incluido, se ha quedado escaso a causa de la subida de precios de los materiales: hormigón, acero, terrazo... Si son exactos los cálculos de los constructores y la licitación de las obras quedara desierta, el resultado sería acumular más retrasos en la modernización y ampliación del hospital, que se anunció en su día, hace ya mucho tiempo, con mayor dotación presupuestaria, unos cien millones de euros. La rebaja en la asignación de recursos económicos y los aplazamientos en la ejecución de las obras constituían hasta ahora un ejemplo palmario de la postergación a que se sometió a Gijón por los gobiernos regionales desde 2011 hasta el barboneo actual. Y ahora las dudas planteadas por la patronal de la construcción crean, además, una situación que exige la inmediata respuesta aclaratoria de la Administración autonómica, cuyo celo para resolver el problema, con rapidez inexcusable, ha de estimularlo el Ayuntamiento gijonés. Las explicaciones dadas ayer desde el Ejecutivo regional, equivalentes a la fórmula de esperar y ver, y cargadas de obviedades y voluntarismo, parecen insuficientes.
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