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La nueva presidenta de la Autoridad Portuaria, Nieves Roqueñí, avanzó durante su toma de posesión cuáles serán sus prioridades: impulsar la transición energética, captar nuevos ... tráficos y construir una nueva relación entre el puerto y la ciudad. Me parece especialmente interesante su preocupación por mejorar la deteriorada relación entre El Musel y los ciudadanos. Llegó incluso a decir en su intervención que ya percibe «el profundo vínculo» que el puerto tiene con Gijón y se comprometió a establecer un «diálogo permanente y abierto con la ciudadanía y, particularmente, con los vecinos de El Muselín, Portuarios, Tremañes, Jove, La Calzada y El Natahoyo». Se trata, sin duda, de un gran comienzo, pues no se concibe Gijón sin la mar y sin su puerto. En las últimas décadas, El Musel ha estado en continuo debate. Ya desde que se planteó su ampliación y, luego, por el largo proceso judicial por los sobrecostes. El tiempo y la Justicia han acabado dando la razón al expresidente Areces, visionario del gran polo industrial y de la transformación que se avecinaba. Pero el farragoso proceso distanció a los ciudadanos de su puerto, que no supo, o no quiso, abrirse, hacerse transparente y participar de los asuntos de Gijón. No se comprende un puerto opaco, de espaldas a la ciudad, sin participar en sus actividades, sin una comunicación constante. Será, sin duda, uno de los mayores retos de Roqueñí, porque Gijón y El Musel forman una única realidad.
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