Ceder el testigo
Felipe VI, con emoción contenida, deja el protagonismo de los Premios en manos de la Princesa de Asturias en una extraordinaria ceremonia
La ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Asturias tuvo como aspecto más destacado el anuncio del Rey de ceder el protagonismo en los ... Premios a su hija, doña Leonor, heredera de la Corona y presidenta de honor de la Fundación. Felipe VI manifestó que seguirá firmemente vinculado a los Premios, a la Fundación y a Asturias, «una tierra de la que no concibo estar lejos». El monarca aseguró que estará siempre comprometido con los objetivos, valores y futuro de la Fundación Princesa de Asturias, esté «presente o no». Doña Leonor ya había asumido un papel más relevante y tal como le ocurrió a su padre le corresponderá presidir la ceremonia de entrega de los galardones.
En su intervención, el Rey aludió al peligro que representa el individualismo radical, capaz de provocar el aislamiento de los ciudadanos en sociedades que están muy interconectadas, y a las consecuencias de la tendencia globalizadora que homogeniza las sociedades forzando comportamientos gregarios, dictados a través de los nuevos modos de comunicación. Ambas tendencias, nocivas para la sociedad, se combaten con la educación en valores, que permite buscar un equilibrio entre el respeto a la colectividad y el valor de la persona. El Rey destacó el papel de la educación como gran pilar de la convivencia democrática, siendo necesario transmitir a las nuevas generaciones los principios y valores sobre los que se asienta la sociedad plural; de ellos obtendrán las herramientas para construir el futuro.
Los discursos del Rey y de la Princesa de Asturias coincidieron en subrayar tres temáticas. Una de ellas fue la educación. Doña Leonor incidió en valorar el trabajo de los maestros y señaló la educación obligatoria como una etapa crucial para la formación de las personas, en la que las administraciones y la sociedad civil deben implicarse para que todos los ciudadanos tengan oportunidades de realización personal. Un segundo tema fue la reflexión sobre la vulnerabilidad. Felipe VI se refirió a las personas que están solas, que se sienten solas o tienen problemas para comunicarse; la Princesa también reclamó atención para los seres más vulnerables, citando a las personas de la tercera edad que viven en soledad e incluyendo a los jóvenes que luchan por formarse y tener un trabajo. La tercera coincidencia estuvo en la convivencia democrática, único camino para lograr el progreso compartido, en palabras de doña Leonor, y objetivo a alcanzar a través de la educación, en el discurso del Rey. Previamente, doña Leonor había mandado una original carta a viva voz a cada premiado, planteándoles interrogantes y reflexiones sobre sus actividades.
La ceremonia tuvo la acertada mixtura de solemnidad y cercanía, como en las cuarenta y cuatro ediciones precedentes. Los discursos de los premiados contribuyeron a ello. Eduardo Mendoza, Premio Princesa de Asturias de Literatura, compendió en pocas palabras el inicio de su vocación literaria; declaró que no le gustaba este mundo, siendo el respeto lo que más valora en la vida. Byung-Chul Han (Comunicación y Humanidades) mostró su crítica más descarnada sobre la ilimitada libertad del neoliberalismo, que, en su opinión, es un régimen despótico. Graciela Iturbide (Artes) evocó el mundo indígena que tanto fotografió, pero se reconoció producto del sincretismo mexicano.
Mario Draghi (Cooperación Internacional). El ex presidente del Banco Central Europeo considera que todos los principios fundacionales de la Unión Europea (apertura, multilateralismo) están tensionados; los grandes desafíos (defensa, seguridad energética, tecnologías punteras) exigen inversiones compartidas y tratamiento a escala continental. La actual gobernanza no lo permite. Propone un cambio hacia un federalismo pragmático que permita abordar cuestiones concretas, sin las ataduras de las viejas reglas. Sin decirlo, transmitió el mensaje de que la reforma es urgente. Una velada muy interesante, con momentos de emoción compartida, como siempre ocurre en el extraordinario acto de la entrega de los Premios.
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