No sean cenizos
¿Están alineadas las prioridades de nuestros dirigentes públicos con las prioridades de la industria, de los ganaderos, de los empleados de Alcoa, de emprendedores y microempresas? No lo parece
Cada año por estas fechas uno estrena calendario y buenos propósitos. Es lo que toca, olvidar fracasos, renovar esperanzas y cargar la mochila para dejar ... atrás los años grises de pandemia y confinamiento.
Les juro que ese era mi propósito para esta primera tribuna del 2022. Pero, siempre hay un pero para los que arrastramos la condición de cenizos, llevo rumiando la portada de este diario del miércoles 30 de diciembre como si se tratase del amigo borracho y metepatas que te acompaña en las fiestas de fin de año, no hay manera de quitármela de encima. La magnífica foto de Álex Piña dando cuenta del enfrentamiento, guiada en mano, de varios jóvenes ganaderos con los antidisturbios a las mismas puertas del edificio de Presidencia, sumada al titular anunciando la intención de Arcelor de suprimir mil empleos en su proceso de descarbonización, son una remembranza imbatible, casi inmanente ya.
Mantener la competitividad de una industria que aporta el empleo de calidad mientras pelea en los mercados globales lastrada por condiciones puramente locales como el alto precio de la energía, y que ahora afronta un inevitable proceso de transición energética, con plazos y tiempos que estarán en la cabeza de la ministra Ribera, pero que se antojan muy poco favorables. Insuflar esperanza a esos jóvenes del medio rural, dispuestos a dar el relevo y quedarse en los pueblos donde nacieron por mucho menos de lo que costará mantener este paraíso natural el día que cambien la guiada por el asfalto. Retos que Asturias lleva en la mochila desde hace lustros.
Vendrán los fondos Next Generation EU a rellenar planes, y ¡ojalá! sean el maná que se promete, pero disculpen que mantenga un prudente escepticismo. Por dos cuestiones esencialmente, la primera, porque si hay un lugar para ser escéptico con los planes de regeneración empresarial, ese es Asturias. Y, en segundo lugar, porque su eficacia transformadora requiere de un alineamiento entre prioridades públicas y esfuerzos privados. Entre la dirección, eficacia y control de los gestores públicos, y la inteligencia y capacidad de innovación del tejido empresarial. De lo segundo hay pruebas suficientes, en un sector privado que aquí lleva reinventándose desde los años ochenta del siglo pasado. Sin embargo, los peros en la primera parte de la ecuación se amontonan, ¿están alineadas las prioridades de nuestros dirigentes públicos con las prioridades de la industria, de los ganaderos, de los empleados de Alcoa, de emprendedores y microempresas? No lo parece. Y no lo parece porque, en medio de tanta convulsión social, la prioridad a la que ha dedicado sus esfuerzos la mayoría que sustenta al Gobierno (PSOE, IU, Podemos) más Foro Asturias, es a la reforma de nuestro Estatuto de Autonomía para incorporar la oficialidad del asturiano. Conjurándose, según dicen, para reunirse cuantas veces haga falta con el fin de desbloquear el acuerdo y abordar con toda urgencia la reforma estatutaria, piedra angular de la política asturiana para este año a la que dedicarán el mayor caudal de su energía política, un cambio que se les antoja histórico. Mientras, el resto de partidos parece vegetar, encapsulados en el marco de prioridades fijado por Gobierno y socios.
Los interrogantes flotan en el aire: ¿Alguien cree que es la falta de instrumentos estatutarios la que impide remontar la crisis del sector agroganadero? ¿Es la obsolescencia del Estatuto la que está vaciando nuestras parroquias rurales? ¿Acaso con otro Estatuto se hubiera evitado la estafa de Alcoa? ¿Estará interesado el Sr. Mittal por los cambios que aborde la ponencia estatutaria? ¿Deben tranquilizarse los vecinos del suroccidente ante una reforma que les dotará de un mapa de carretas dignas del siglo XXI? Otro, y no menor, es el que se pregunta por el futuro de una izquierda que se desentiende, o al menos se muestra incapaz de mejorar las condiciones materiales de las 'clases populares'. Aquí un poco de materialismo histórico vendría bien.
Y es que se habla mucho de la polarización política, pero siempre referida a una polarización horizontal, la que vacía el centro y centrifuga los espacios políticos confinando a los partidos en posiciones extremas para negar cualquier acuerdo que no sea con los vecinos de su bloque. Pero poco de otra polarización, tan nociva o más, la de tipo vertical, la que separa a políticos y ciudadanos, administradores y administrados, a representantes y representados, esos que no encuentran sus necesidades entre las prioridades y estrategias de un poder político cada vez más autónomo, más lejano, como si de la crisis del 2008 no hubiésemos aprendido nada. Un poder movido sólo por encuestas a ritmo de zascas y polémicas, las más de las veces, puramente virtuales. De esa polarización se habla poco y se vuelve mal.
El viernes otra portada impactante, la foto de Marieta con los trabajadores de Alcoa a las puertas de su fábrica cerrada y un grito: ¡Queremos un futuro! Vaya manera de iniciar el año, a ver, que es tiempo de buenos propósitos hombre, pidan otra cosa, no sean cenizos.
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