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¡CertifiCaos!

Creo que la Constitución Española no me obliga a tener ordenador ni teléfono móvil, pero sí obliga a las administraciones públicas a prestar los servicios necesarios y a no malgastar en bucles inútiles el sueldo de sus funcionarios

Carlos Nores

Oviedo

Sábado, 31 de julio 2021, 21:59

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Que nadie piense que soy un contestatario del covid. En absoluto. He sufrido algunas de sus consecuencias sin echar la culpa a ningún gobierno. He ... sufrido la muerte de un familiar próximo durante la primera ola, he sufrido la lejanía de los allegados sin rechistar. No vi a mis hermanos durante un año ni a mi hija, residente en el extranjero, desde antes de comenzar la pandemia. No me reuní con la mayoría de mis amigos hasta el verano pasado y luego he dejado de verlos otro montón de meses. Celebramos la Nochebuena con los parientes más allegados que pudimos reunirnos en dos grupos, separados por más de metro y medio, cocinando con mascarilla y poniendo la comida en dos grupos, uno para cada burbuja familiar. Presenté un salvoconducto a la Guardia Civil, a la Policía Nacional y a la Policía Municipal para justificar mis salidas. Me pareció lógico que ni la OMS ni Fernando Simón recomendasen la obligatoriedad del uso de las mascarillas cuando no las había ni para el personal sanitario. No entendí la sentencia del TSJ de Madrid a favor del sindicato médico madrileño contra la Consejería de Sanidad madrileña por la falta de equipos de protección individual para el personal médico, puesto que no los había. Afortunadamente no he parado de trabajar, gracias a lo cual he tenido la mente ocupada desde aquel 14 de marzo. Fui al cine, a la ópera y a conciertos de música pop y clásica con las debidas medidas de protección. No llamé para preguntar si se habían olvidado de vacunarme. Tampoco creí que la ventajosa situación que tenía Asturias el verano pasado fuese causada por una gestión excepcional, sino porque el ancestral aislamiento asturiano nos benefició en un estado muy incipiente cuando se produjo el apagón general. Lo mismo supuse de la ventajosa situación de Portugal durante la primera oleada y también pensé que la liberalidad 'covídica' de Suecia era una barbaridad, por muy cívicos que fuesen sus ciudadanos. En resumen: soy un ciudadano normal, que no piensa que sus gobernantes maquinan para fastidiar a los ciudadanos. Ni son un desastre, ni son infalibles.

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