Acabar con el sainete

Estarán ustedes un tanto o bastante hartos de ver, oír y leer pendejadas del 'agente naranja' de la Casa Blanca. Yo también, y espero que ... sea la última vez que escribo sobre el siniestro clown. A la sensación de perplejidad primera cuando Trump salió elegido presidente le siguió la del miedo, el espanto y la incredulidad de que semejante acémila vaya ya por los más de tres meses de presidencia sin que nadie lo haya bajado del cocotero presidencial a gorrazos. Existen tímidos indicios de que algunos dirigentes le van tomando la medida a ese personaje de reality show, pero así y todo continúa la sensación de desamparo en el mundo, en Europa sobremanera. Algunos llegamos a pensar que no había nadie (o por contra demasiados) en la sala de mandos de Bruselas; pero parece, solo parece, que alientan reacciones 'prudentes' que intentan aplacar al monstruo gringo. También se percibe que algunos dirigentes se frotan las manos por lo bajini, pues gracias a Trump Europa parece más unida, Alemania volverá a ser una gran potencia económica y los demás, detrás. ¡Por fin miramos por nosotros mismos! También nos preguntamos si la vivienda será asequible de verdad, lo mismo si será bueno que nos acerquemos a la llama China sin quemarnos y que si el nuevo optimismo catalizado en la UE por el 'Día de la liberación' que rompe las cadenas de nuestra dependencia yanky estará justificado. En todo caso ya sabemos(sabíamos) quién es el mr. Aprendiz y aunque lleguemos a la carcajada abierta a costa de sus imparables payasadas –los chinos se ríen, Putin se ríe–, no tenemos que olvidar que vivimos en una tragicomedia y que en cualquier momento puede saltar todo por el aire.