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A mi pesar vengo constatando desde hace décadas el proceso de degradación y desaparición de la lengua asturiana. Soy, como muchos, defensor de la recuperación ... y la revitalización del asturiano, pero esto no fue suficiente y supongo que porque no queremos que así sea, en general. Como valedor de esta casi quijotesca causa padecí la intemerata: desde descalificaciones gratuitas, desprecios regalados, insultos, risitas, sonrisitas y sobre todo mucha ignorancia, más una interesada perversidad política –y mediática– hacia la lengua de nuestro llar, sí, por los llamados socialistas asturianos que fueron los más furibundos perseguidores del asturiano desde los años 70 hasta Barbón. El asturianismo era un enemigo creciente que les restaba, así que sus correas institucionales, culturales, mediáticas más los otros partidos hicieron seguidismo y se lucieron como genuinos papanatas lanzando pedruscos a la picota asturianista.
Ahí están las vergonzosas hemerotecas que recuerdan el gusto que da a algunos apedrear a un 'enemigo' amarrado y débil. Así, hasta que los activos defensores de aquel entonces fueron desapareciendo, biológicamente, también abatidos, desalentados, vilipendiados y desdeñados, hasta hoy en que, cautivo y derrotado, aquel ejército cultural fue sustituido por 'el poli bueno' y un puñado de gente con tendencia a la felonía. A saber lo que sucederá con el asturiano, pero también entristece que el castellano, mi idioma, sufra un proceso de degradación imparable con los papanatas del inglés, pervertido a su vez por el espanglés analfabeto que empobrece hasta niveles horrísonos y aniquilantes la transmisión de ideas y la comunicación inteligente.
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