Púlpitos tóxicos
Estudié en un colegio religioso en los años sesenta, cuando todavía los curas impartían clase y la vida, entonces, parecía menos complicada, o así se ... puede ver sin los filtros que hoy tenemos. El día a día de los alumnos iba del sobresalto a la hermandad, con fondo católico. Entre aquellos curas hubo de todo, buenos y malos, generalmente menos competentes que los profesores por oposición estatal, pero también había extraordinarios pedagogos. Curas con la mano larga, para castigar; los había obtusos, también luminosos, positivos, amargados , los que vivían una fe exaltada y los que asumían su asignatura y se ceñían a ese papel. No es fácil desde el presente hacer historia ni de aquel colegio ni de ningún otro tema (soy historiador de formación), pero deduzco que en aquel centro educativo éramos todos hijos de la época. Sí, desde el presente puede uno reflexionar acerca de la 'amargura' de nuestros curas, parecida a la de los laicos. Claramente, algunos habían accedido a la educación a través del seminario, su única manera de hacerse letrados. Dios les venía largo o corto, a saber; frustración, entonces la condición de frustrado no tenía tanta importancia como ahora, con abundancia de terapeutas psíquicos, todo se asumía; «primun vivere, deinde filosofare». Otro tipo de frustrados eran los de evidente homosexualidad y/o los misóginos que, huyendo de su condición sexual, marginada entonces, acudían al refugio de la religión y la vivían con tortura, a veces con rabia y odio. Quizás eso llegue hasta el presente y ese tipo de frustración penetre ya la esfera superior de la curia.
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