Conflicto político catalán

Urge recuperar la Mesa de Diálogo ya iniciada en febrero de 2020 y que solo las razones fácticas, políticas y sanitarias coyunturales la habían aparcado

Lunes, 28 de junio 2021, 21:27

Desde que el pasado 21 de mayo Pere Aragonés fue investido como president de la Generalitat catalana, se ha abierto una nueva etapa, que implica ... a todos los agentes políticos de Catalunya y del Estado español para conformar un momento diferenciado, dentro del conflicto político, iniciado hace ya 15 años y que requiere encontrar una canalización inmediata y urgente, aunque no tenga pronta solución. Pero sí es posible encauzar el conflicto de forma que se consiga aplicar una dialéctica pacífica y constructiva, en busca de un acuerdo difícil, pero posible en un marco democrático.

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Para formar este nuevo gobierno ha prevalecido una lógica política esperable. Los tres grupos nacionalistas de la cámara catalana han acuñado otro ejecutivo independentista con una sólida mayoría de 74 escaños, por tanto previsiblemente estable durante la legislatura. Quizás no sea, en opinión de muchos, el mejor gobierno posible, pero sin duda es un gobierno plenamente legítimo y democrático, porque además, no fue viable otro gobierno, por ejemplo, ése transversal de izquierdas, al que algunos ingenuamente aspirábamos. Y digo esto, puesto que ninguna de las dos fuerzas clave para constituirlo: el PSC por la parte constitucionalista, ni ERC por el sector independentista, hicieron el esfuerzo necesario para ofrecer esa opción complicada, pero atractiva respecto a la salida democrática del conflicto.

Ahora comienza un nuevo ciclo, pues el mandato interrumpido de Torra, la pandemia y sus efectos, y luego el proceso electoral del 14 de febrero con la larga y premiosa negociación para la investidura, ha retrasado la normalidad institucional hasta este momento. Pero la novedad es que en este nuevo contexto ERC es quien encabeza el Govern, aunque la unidad del independentismo se mantenga, incluso con mayor compromiso por parte de la CUP, lo que fortalece la posición de esa mayoría parlamentaria. Pero Esquerra parece tener claro que el diálogo es el único camino para el futuro del procés, aspecto que modifica la línea anterior sutilmente, al menos.

Urge, por tanto, recuperar la Mesa de Diálogo ya iniciada en febrero de 2020 y que solo las razones fácticas políticas y sanitarias coyunturales la habían aparcado. Sin embargo, para retomar la iniciativa es muy importante el compromiso de ambas partes en el conflicto. En el caso del gobierno central, la concesión de los indultos a los condenados del procés era necesaria lo antes posible. Debe tratarse de una medida para favorecer la convivencia sin buscar una respuesta inmediata, si bien toda reciprocidad ayudará a mejorar las condiciones del diálogo. Además debe reconocerse que es la cuestión más practicable en este momento para las posibilidades del gobierno, al margen de que se pueda considerar insuficiente en términos de solución.

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Por eso la carta publicada por Oriol Junqueras el pasado 7 de junio ha sido un gesto impactante, no solo por su contenido valiente y realista, sino porque significa una disponibilidad para avanzar dentro del diálogo. Es cierto que Pedro Sánchez abrió el melón al anunciar los indultos contra viento y marea, lo cual le suponer un duro acoso por las derechas del país y parte de su propia baronía. Pero ambos movimientos son dos pasos positivos inequívocos para demostrar que se puede explorar e intentar ese tiempo de búsqueda. Por ello, la Mesa de Diálogo prevista, tras los indultos y la reunión ad hoc entre Sánchez y Aragonés constituye el camino que pueda llevar a una solución pactada.

La democracia exige el respeto a las ideas, pues todas son legítimas dentro de la política, mientras no violenten los derechos humanos ni la convivencia pacífica. El independentismo es por consiguiente una opción legítima como proyecto de país. Por lo cual, cuando se habla de 'arrepentimiento' hay que ser muy exquisitos en la expresión. En todo caso, solo podría referirse en el mejor de los supuestos al procedimiento seguido y nunca al fin perseguido, ya que ése es totalmente admisible en democracia. Pero no se pretende aquí pontificar sobre el 1-O, toda vez que en ese momento inciden muchos otros factores. Se trataría simplemente de tranquilizar el ambiente, algo que no es suficiente para afrontar el problema, pero que sí resulta útil para poder actuar con el mínimo de serenidad conveniente para abordar una materia tan sensible.

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En principio, buscar acuerdos parciales puede ser un buen método para mover ficha y encontrar espacios comunes de coincidencia para confluir. Sabiendo que, en definitiva, al final habrá votaciones, en cualquier caso. Claro que es relevante qué es lo que se vaya a votar, pues desde retomar el Estatut originario de 2006, como apuntaba recientemente Jordi Pujol o el Referendum a la escocesa que señala Oriol, hay un amplísimo espectro de opciones, que se pueden escrutar, de manera coyuntural o permanente para apostar por esa salida digna al conflicto actual.

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