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Ese sentimiento de permanente agravio que el independentismo ostenta le dota para el chantaje y la extorsión con especial convicción y eficacia

Cosme Cuenca

Gijón

Viernes, 20 de junio 2025, 00:02

Venga Pedro, no puedes aflojar ahora. Ya sabemos que huele mal. Bueno, vale, muy, muy mal. Pero lo importante es que la fórmula funciona. Y ... esa fórmula, Pedro, es tu gran descubrimiento, tu aportación a la estrategia de la gobernabilidad, tu relatividad general, tu gravedad cuántica. Y si la fórmula sigue funcionando en situación de máximo estrés, qué problema va a haber. Es mérito tuyo haber asentado, desarrollado e instituido lo que sólo habían sido, hasta ahora, conatos ocasionales y dispersos; es decir, el pacto estable y definitivo con la Antiespaña, que, ojo, no la llamo así por ningún asomo de animadversión, sino por mera economía expresiva. Alude a aquellos partidos y asociaciones cuyo objetivo primordial es precisamente acabar con España, tal como la conocemos, obteniendo la independencia de Cataluña y Euzkadi. Y en su derecho están a tener los anhelos y las aspiraciones que les dé la gana. Y en coherencia con tales legítimos objetivos políticos les interesa una España lo más débil y vulnerable, es decir, lo más extorsionable y chantajeable posible. Y reitero, no porque los indepes de aquí o de allá nos odien o sean intrínsecamente perversos, sino porque se sienten atados injustamente a una pertenencia, a la nación española, que ellos no reconocen.

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