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También sed

Los padres y madres palestinos tienen que ver impotentes esas caras infantiles de desesperación desconcertada –¿así que era esto la vida?–

Cosme Cuenca

Gijón

Viernes, 30 de mayo 2025, 00:00

No sé si Netanyahu duerme mucho o poco, sé que tiene mucho trabajo. Pero estoy seguro de que lo que duerme lo hace a pierna ... suelta. Con la conciencia del deber cumplido. Como quien se sabe al día en el trabajo a realizar. Porque si no fuera así, si las imágenes del sufrimiento en Gaza, si las caras infantiles del desamparo más absoluto, del hambre y de la sed –¡de la sed en dos mil veinticinco, hay torturas anacrónicas!–, de los bombardeos que rematan aleatoriamente a los supervivientes de las plagas anteriores le incomodaran mínimamente el necesario descanso, entonces el genocidio que, día tras día, planifica y realiza no ocurriría. Él mismo se encargaría de que no ocurriera. Así que seguro que sí, seguro que Netanyahu goza del descanso plácido del sicópata. Y si uno se pregunta de dónde arranca y dónde se sustenta tal grado de sicopatía en un tío aparentemente como cualquier otro la respuesta tampoco parece difícil: la sicopatía de Netanyahu brota y se alimenta, como tantas otras, del nacionalismo, un israelí vale por miles de palestinos, hay vidas valiosas y vidas deleznables, esa gente no es nadie, solo odiosos terroristas potenciales.

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